viernes, enero 23, 2004

Y como último post poético de la mañana, aquí les va mi pequeño, humilde y muy tripeado homenaje al que considero uno de los 3 más grandes poetas latinoamericanos del siglo, y quizás uno de los más grandes de todos los tiempos, el chileno Vicente Huidobro. A quien no haya leído su obra maestra "Altazor", no me canso de recomendársela. Es lamentable que exista algún amante del free-jazz que no haya leído los 2 últimos capítulos de Altazor, que representan la deconstrucción total del lenguaje español, algo similar a lo que hicieron gente como Art Ensemble of Chicago, AMM, Kaoru Abe y ahora gente como Axel Dörner con el lenguaje jazzístico. Pronto iré poniendo fragmentos de ese texto. Mientras tanto, le dejo con esta humilde reacción de un escribidor novato ante la majestuosidad de Altazor.


"Dos a Huidobro"

I

Voy remando desde la punta de mi papalote.
Mi cuerpo es una cruz de incienso que remonta un mar de ojos.
El sol (primer ojo) me limita, me traspasa,
Me trasluce, me atardece.
En el fondo del mar un caracol reparte anfetaminas como si fueran naranjas.
A lo lejos el tambor de la infancia resuena como un pezón
En un ritual de lenguas, labios y dientes
Que son manos o relámpagos (según el gusto de cada quién).

Luego el silencio agazapado, jauría de ojos y cometas,
Lengua de serpiente enloquecida, inútil su ataque.
No el enigma de tu risa.
O mi nombre que se escapa.
La soledad que vuelve con las olas.
Y “yo”, otra palabra a punto de extinguirse.

II

Mi papalote es ahora una guitarra que trata de alcanzarte
Alfombra maternal en busca de arco iris.
Mis pestañas son sus cuerdas,
Mis intestinos sus acordes que enmudecen cada domingo como mástil.
Y cada noche sueño con algo que me fue robado,
Que no tuve o que nunca he sido.
Yo sólo he amado una silla, un árbol de mango,
Un lenguaje que he olvidado.
He envenenado mis manos al cantar con serpientes como hombres ciegos de retortijones.
He vomitado pirámides e incendiado desconsuelos.
He disparado rifles de cáñamo y semen
but I only hurt myself.

Tu presencia se aleja como un bumerang amnésico
Y yo secándome al sol como semilla sin germinar.
Nunca seré una flor, jaula de bostezos.
Pero cada cuándo soy un tren y olvido mi condición de abismo y de palenque,
Y salto sobre mis ruedas como un grillo alucinado.
Y no rezo.