viernes, enero 23, 2004

Dedico estos poemas, que no son míos (ojalá lo fueran), a la única mujer en mi mente. Ella sabe quién es.

Por cierto, estos poetas son en mi opinión dos de los mejores poetas actuales de México, Eduardo Casar, quien me parece da clases en el Tec de Monterrey, y Ricardo Castillo, quien creo que da clases en la Universidad de Guadalajara. Dichosos son sus alumnos.


LOS TATUAJES

Sucede que yo no me enamoro.
Simple, infinitamente,
me tatúo.

Se me quedan
tus manos y tus voces
como mordedura
permanente.

Se me contagia todo
del tatuaje,
la música, el olor,
el mar privado,
lo que íbamos a ser
y nunca hicimos.

Basta la lluvia
y se me nota todo.

-- Eduardo Casar
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LAS NALGAS.

La mujer también tiene el trasero dividido en dos.
Pero es indudable que las nalgas de una mujer
son incomparablemente mejores que las de un hombre,
tienen más vida, más alegría, son pura imaginación;
son más importantes que el sol y dios juntos,
son un artículo de primera necesidad que no afecta la
inflación,
un pastel de cumpleaños en tu cumpleaños,
una bendición de la naturaleza,
el origen de la poesía y del escándalo.

-- Ricardo Castillo
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