lunes, diciembre 20, 2004

Fotos



















jueves, diciembre 16, 2004

FESTIVAL INTERNACIONAL DE JAZZ MÉRIDA-CONKAL 2005

Me complace anunciar que un servidor (el propietario del presente par de manos y los presentes cuatro dedos útiles para escribir a máquina) ha sido aceptado para trabajar como coordinador de prensa del Festival de Jazz Mérida-Conkal 2005, que se realizará/se celebrará/tendrá verificativo/está sujeto a ocurrir del 26 al 30 de enero.

Dos características fundamentales distinguen a este festival del celebrado a inicios de este 2004 que acaba:

1) Es un festival internacional, ya que vendrán a deleitarnos con sus improvisaciones músicos como el guitarrista francés Sylvain Luc, quien en palabras del propio John McLaughlin es el guitarrista más importante del mundo, la banda de la cantante canadiense Sienna Dahlen y el cuarteto del músico argentino Luis Lewin. Además tendremos a excelentes grupos nacionales como el cuarteto del magistral pianista Héctor Infanzón, una verdadera institución del jazz en México, una interesante banda llamada Jazz Son 4, y excelentes músicos locales y regionales de la talla de Hiram Gómez (asiduo participante del festival de jazz de Cancún), Tom Kubin, un fantástico y prometedor trío integrado por Gilberto Pinzón, Armando Martín y Paco Barrera, el dueto de Sergio Xcaer y Carlos Rodríguez...

2) Habrá varias sedes del evento, varias de las cuales están ubicadas en la ciudad de Mérida. Los conciertos principales serán en el teatro Peón Contreras, el teatro Mérida y el ex-convento de Conkal, sede del pasado festival. Y una verdadera masacre/brutalidad/carnicería/baño de sangre jazzístico tendrá lugar el domingo 30, clausura del festival, al tener cuatro foros simultáneos (tres de ellos gratuitos): los bajos del Palacio municipal, el parque de Santa Lucía, la concha acústica del parque de las Américas y finalmente la clausura del evento en el teatro Mérida.

Prometo publicar en estas páginas virtuales el programa completo, carteles e información sobre los costos del evento, así como el link a la página web del evento, aún en construcción. Cualquier interesado favor de dirigir sus palabras a la dirección electrónica de un servidor: gerardoalejos@hotmail.com, o al celular 9991 07 21 56. ¡Y nos vemos en enero!

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lunes, diciembre 13, 2004

"Muertos Incómodos", capítulo II (novela de Taibo II y el Subcomandante Marcos)

http://www.jornada.unam.mx/incomodo2.pdf

Esta es la primera entrega del gran Paco Ignacio. El regreso a nuestras letras de Héctor Belascoarán Shayne, detective chilango y personaje clásico de la literatura mexicana contemporánea. Mi parte favorita del capítulo es un intercambio entre Belascoarán y su prospecto de cliente, quien le pregunta a Héctor si es creyente, y éste responde:

"Un amigo mío dice que dejó la religión católica por dos razones, por culpa de que le parecía una mentada de madre lo de los tesoros del Vaticano en un mundo de pobres y porque no dejan fumar en las iglesias. Supongo que eso se extiende a todas las religiones. Yo me sumo. La idea de Dios me da güeva".

Paco Ignacio Taibo y el Subcomandante Marcos publicando una novela en La Jornada, señores. Qué buen regalo de Navidad.

jueves, diciembre 09, 2004

Para Shelley

Léelo y quizás me entenderás mejor. Yo creo firmemente todo lo que dice Huidobro. Cambié la primera referencia a la palabra "Mujer" por la palabra "Shelley" para que veas lo que siento.

Canto II, de la obra Altazor de Vicente Huidobro

Shelley el mundo está amueblado por tus ojos
Se hace más alto el cielo en tu presencia
La tierra se prolonga de rosa en rosa
Y el aire se prolonga de paloma en paloma
Al irte dejas una estrella en tu sitio
Dejas caer tus luces como el barco que pasa
Mientras te sigue mi canto embrujado
Como una serpiente fiel y melancólica
y tú vuelves la cabeza detrás de algún astro
¿Qué combate se libra en el espacio?
Esas lanzas de luz entre planetas
reflejo de armaduras despiadadas
¿Qué estrella sanguinaria no quiere ceder el paso?
En dónde estás triste noctámbula
Dadora de infinito
Que pasea en el bosque de los sueños
Heme aquí perdido entre mares desiertos
Solo como la pluma que se cae de un pájaro en la noche
Heme aquí en una torre de frío
Abrigado del recuerdo de tus labios marítimos
Del recuerdo de tus complacencias y de tu cabellera
Luminosa y desatada como los ríos de montaña
¿Irías a ser ciega que Dios te dio esas manos?
Te pregunto otra vez
El arco de tus cejas tendido para las armas de los ojos
En la ofensiva alada vencedora segura con orgullos de flor
Te hablan por mí las piedras aporreadas
Te hablan por mí las olas de pájaros sin cielo
Te habla por mí el color de los paisajes sin viento
Te habla por mí el rebaño de ovejas taciturnas
Dormido en tu memoria
Te habla por mí el arroyo descubierto
La hierba sobreviviente atada a la aventura
Aventura de luz y sangre de horizonte
Sin más abrigo que una flor que se apaga
Si hay un poco de viento
Las llanuras se pierden bajo tu gracia frágil
Se pierde el mundo bajo tu andar visible
Pues todo es artificio cuando tú te presentas
Con tu luz peligrosa
Inocente armonía sin fatiga ni olvido
Elemento de lágrima que rueda hacia adentro
Construido de miedo altivo y de silencio

Haces dudar al tiempo
Y al cielo con instintos de infinito
Lejos de ti todo es mortal
Lanzas la agonía por la tierra humillada de noches
Sólo lo que piensa en ti tiene sabor a eternidad
He aquí tu estrella que pasa
Con tu respiración de fatigas lejanas
Con tus gestos y tu modo de andar
Con el espacio magnetizado que te saluda
Que nos separa con leguas de noche
Sin embargo te advierto que estamos cosidos
A la misma estrella
Estamos cosidos por la misma música tendida
De uno a otro
Por la misma sombra gigante agitada como árbol
Seamos ese pedazo de cielo
Ese trozo en que pasa la aventura misteriosa
La aventura del planeta que estalla en pétalos de sueño
En vano tratarías de evadirte de mi voz
Y de saltar los muros de mis alabanzas
Estamos cosidos por la misma estrella
Estás atada al ruiseñor de las lunas
Que tiene un ritual sagrado en la garganta.

Qué me importan los signos de la noche
Y la raíz y el eco funerario que tengan en mi pecho
Qué me importa el enigma luminoso
Los emblemas que alumbran el azar
Y esas islas que viajan por el caos sin destino a mis ojos
Qué me importa ese miedo de flor en el vacío
Qué me importa el nombre de la nada
El nombre del desierto infinito
O de la voluntad o del azar que representan
Y si en ese desierto cada estrella es un deseo de oasis
O banderas de presagio y de muerte
Tengo una atmósfera propia en tu aliento
La fabulosa seguridad de tu mirada con sus constelaciones íntimas
Con su propio lenguaje de semilla
Tu frente luminosa como un anillo de Dios
Más firme que todo en la flora del cielo
Sin torbellinos de universo que se encabrita
Como un caballo a causa de su sombra en el aire
Te pregunto otra vez
¿Irías a ser muda que Dios te dio esos ojos?
Tengo esa voz tuya para toda defensa
Esa voz que sale de ti en latidos de corazón
Esa voz en que cae la eternidad
Y se rompe en pedazos de esferas fosforescentes
¿Qué sería la vida si no hubieras nacido?
Un cometa sin manto muriéndose de frío
Te hallé como una lágrima en un libro olvidado
Con tu nombre sensible desde antes en mi pecho
Tu nombre hecho del ruido de palomas que se vuelan
Traes en ti el recuerdo de otras vidas más altas
De un Dios encontrado en alguna parte
Y al fondo de ti misma recuerdas que eras tú
El pájaro de antaño en la clave del poeta
Sueño en un sueño sumergido
La cabellera que se ata hace el día
La cabellera al desatarse hace la noche
La vida se contempla en el olvido
Sólo viven tus ojos en el mundo
El único sistema planetario sin fatiga
Serena piel anclada en las alturas
Ajena a toda red y estratagema
En su fuerza de luz ensimismada
Detrás de ti la vida siente miedo
Porque eres la profundidad de toda cosa
El mundo deviene majestuoso cuando pasas
Se oyen caer lágrimas del cielo
Y borras en el alma adormecida
La amargura de ser vivo
Se hace liviano el orbe en las espaldas

Mí alegría es oír el ruido del viento en tus cabellos
(Reconozco ese ruido desde lejos)
Cuando las barcas zozobran y el río arrastra troncos de árbol
Eres una lámpara de carne en la tormenta
Con los cabellos a todo viento
Tus cabellos donde el sol va a buscar sus mejores sueños
Mi alegría es mirarte solitaria en el diván del mundo
Como la mano de una princesa soñolienta
Con tus ojos que evocan un piano de olores
Una bebida de paroxismos
Una flor que está dejando de perfumar
Tus ojos hipnotizan la soledad
Como la rueda que sigue girando después de la catástrofe
Mi alegría es mirarte cuando escuchas
Ese rayo de luz que camina hacia el fondo del agua
Y te quedas suspensa largo rato
Tantas estrellas pasadas por el harnero del mar
Nada tiene entonces semejante emoción
Ni un mástil pidiendo viento
Ni un aeroplano ciego palpando el infinito
Ni la paloma demacrada dormida sobre un lamento
Ni el arcoiris con las alas selladas
Más bello que la parábola de un verso
La parábola tendida en puente nocturno de alma a alma
Nacida en todos los sitios donde pongo los ojos
Con la cabeza levantada
Y todo el cabello al viento
Eres más hermosa que el relincho de un potro en la montaña
Que la sirena de un barco que deja escapar toda su alma
Que un faro en la neblina buscando a quien salvar
Eres más hermosa que la golondrina atravesada por el viento
Eres el ruido del mar en verano
Eres el ruido de una calle populosa llena de admiración
Mi gloria está en tus ojos
Vestida del lujo de tus ojos y de su brillo interno
Estoy sentado en el rincón más sensible de tu mirada
Bajo el silencio estático de inmóviles pestañas
Viene saliendo un augurio del fondo de tus ojos
Y un viento de océano ondula tus pupilas
Nada se compara a esa leyenda de semillas que
( deja tu presencia
A esa voz que busca un astro muerto que volver a la vida
Tu voz hace un imperio en el espacio
Y esa mano que se levanta en ti como si fuera a colgar soles en
el aire
Y ese mirar que escribe mundos en el infinito
Y esa cabeza que se dobla para escuchar un murmullo en la
eternidad
Y ese pie que es la fiesta de los caminos encadenados
Y esos párpados donde vienen a vararse las centellas del éter
Y ese beso que hincha la proa de tus labios
Y esa sonrisa como un estandarte al frente de tu vida
Y ese secreto que dirige las mareas de tu pecho
Dormido a la sombra de tus senos

Si tú murieras
Las estrellas a pesar de su lámpara encendida
Perderían el camino
¿Qué sería del universo?

Que descanse en paz en el Valhalla, santuario de los héroes metaleros.

"Dimebag" Darrell

(1966-2004)

Como bien dice Enrique, asesinado cobardemente junto a otras 3 personas.

Y por cierto, "Dimebag" es la palabra que se usa en Estados Unidos para denominar la porción más barata de mariguana que puedes comprar con un dealer ("dimebag" quiere decir literalmente "bolsa de diez centavos"). O sea, el equivalente gabacho a un "tubo de veinte".

Serás extrañado.

La opinión más inteligente del día

-- De la columna Astillero de Julio Hernández López, desenmascarador político por excelencia. Tomado de La Jornada.

"Una verdad jurídica es que Enrique Salinas de Gortari estaba siendo buscado por la Interpol (¡oh, cuán difícil fue para la policía federal encontrarlo antes de que muriera!) y que sus sabidos enredos con las cuentas supermillonarias de su hermano Raúl Salinas le tenían en ruta hacia la cárcel. De hecho, el apresamiento, y una eventual delación contra su hermano mayor, podrían haber retrasado o complicado los arreglos de elite que se realizan para que Raúl salga en libertad lo más rápido que sea posible, e incluso podrían haber dañado seriamente al activísimo Carlos Salinas que cree que si triunfa su estrategia de ocupar hoy el vacío foxista, y luego retomar Los Pinos, podrá iniciar su reconstitución pública y su ansiada reivindicación histórica (recuérdese que los tratos de negocios no son muy apacibles entre los Salinas, como lo demostró Ernesto Zedillo con aquel famoso audio tomado de una conversación telefónica entre Adriana y Raúl, con referencias muy claridosas hacia Carlos)...".

martes, diciembre 07, 2004

La revista española "Cáñamo" en México

Durante la la Feria Internacional del Libro 2004 (FIL) de Guadalajara, que se celebra estos días, y la cual posiblemente constituye el evento literario y editorial más importante del país, se empezó a mencionar la posibilidad de publicar en México la revista española Cáñamo, ícono literario en materia de publicidad y mercadotecnia sobre el uso racional de los enteógenos, o como ellos se llaman "la revista oficial de la cultura del cannabis". Sin embargo, fue rápida la respuesta oficial foxista mediante una amenaza de censura. La siguiente nota de La Jornada da cuenta de un acto en favor de la publicación de Cáñamo.

"Exitosa recolección de firmas en favor de Cáñamo

La Ministra de Cultura de Cataluña, Mieras Barceló; el rector de la Universidad de Guadalajara, José Trinidad Padilla, y reconocidos escritores, como Juan Villoro, Sergio González Rodríguez, Enrique Vila-Matas, Federico Campbell, Alberto Ruy Sánchez, Xavier Velasco, Jorge Herralde y Jorge Volpi, integran parte de la larga lista de firmas recabada durante la FIL en apoyo de la solicitud con el propósito de que la Secretaría de Gobernación autorice la libre circulación de la revista Cáñamo en nuestro país. El principal argumento para traerla a México es que resulta más necesaria la información seria y desprejuiciada en torno de las drogas, que su simple prohibición. Esta semana llegarán al Distrito Federal los entrañables e irredentos directivos de la publicación: Gaspar Fraga y Moisés López, en cuyo honor seguramente organizaremos un ligero reventón navideño".

lunes, diciembre 06, 2004

Jazzistas fallecidos en 2004 (un tributo mínimo)

Con todo el respeto que se merecen, como músicos de jazz con trayectoria, y antes como seres humanos, publico una lista de los músicos de jazz que murieron en este año que se acerca a su fin. De forma personal, los que más me entristecen son los primeros nueve, marcados con negritas, entre ellos el inventor del sax soprano moderno Steve Lacy, el genial baterista y miembro esencial del cuarteto clásico de Coltrane Elvin Jones, el finísimo guitarrista Barney Kessel, poseedor de un gran swing, el enérgetico sax tenor Illinois Jacquet, cuyo sonido duro y estridente ha inspirado a tenores desde Peter Brötzmann hasta James Carter, el saxofonista y flautista Robin Kenyatta, quien grabó un disco de culto para ECM (Girl from Martinique), el fundador de la dinastía Marsalis, Ellis Marsalis Sr., padre de Ellis y abuelo de Wynton, Branford y Delfeayo, el virtuosísimo bajista Malachi Favors, pieza clave de la A.A.C.M. (Association for the Advancement of Creative Musicians) de Chicago y del Art Ensemble of Chicago, el compositor y arreglista inglés Neil Ardley, cuya obra maestra fue quizás Harmony of the spheres, y por último el gran pianista y cantante Ray Charles, gran maestro del soul. A todos ellos, y a los que se nombra además en esta lista, un abrazo y un homenaje desde lo profundo de mi espíritu. Un tributo hacia ellos.

Steve Lacy
Elvin Jones
Robin Kenyatta
Barney Kessel
Illinois Jacquet
Ray Charles
Malachi Favors
Ellis Marsalis Sr.
Neil Ardley

Hans Koller, Vernon Alley, Buddy Arnold, Clarence Atkins, David Baker, Milt Bernhart, Elmer Bernstein, Chief Bey, Carlo Bohländer, Ruth Ellington Boatwright, Lennie Bush,Joe Bushkin, Jozelle Carter, Jimmy Coe, Gil Coggins, Cy Coleman, John “Buddy” Connor, Don Cornell, Sam Furnace, Paul “Boogie” Gaudet, Kent Glenn, Eddie Green, John Guerin, Emil Haddad, Arthur Harper, Max Harris, Rick Henderson, Jimmy Hill, Bart Howard, Bent Jaedig, Ella Johnson, Pete Jolly, Red Kelly, Joseph Kennedy Jr., Don Lamond, Lester Lanin, Don Lanphere, John LaPorta, Roland Lavallee, Mark Ledford, Tony Lee, Donald Leight, Donald Leslie, Preston Love, Jimmy Lovelace, Frank Mantooth, Billy May, Jon Mayer, Gil Melle, J.R. Mitchell, Tony Mottola, Bobby Nelson, Chuck Niles, Jackie Paris, Walter Perkins, Coleridge-Taylor Perkinson, Andre Persiany, AC Reed, Leonard Reed, Alvino Rey, Raymond Ross, Grover Sales, Joel E. Siegel, Colin Smith, Jack Sperling, Gus Statiras, Don Thompson, Harry Verbeke, Noble “Thin Man” Watts, Claude “Fiddler” Williams, James Williams, Webster Young, Fred Zabin, Charlotte Zwerin

(Lista de tomada de la edición de diciembre de la revista All About Jazz)

http://www.allaboutjazz.com/newyork/index.html

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"Muertos Incómodos", capítulo I (novela de Taibo II y el Subcomandante Marcos)

http://www.jornada.unam.mx/incomodo.pdf

Cuando la lean la comentamos. A mí en particular me encantó el regionalismo del lenguaje, su coloquialidad. Y la historia pinta bien. Esperamos con impaciencia la primera entrega de Taibo II con Belascoarán Shayne.


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viernes, diciembre 03, 2004

Paco Ignacio Taibo II y el subcomandante Marcos escriben una novela a dos manos

"Muertos incómodos, novela a 20 dedos escrita contra reloj por el subcomandante Marcos y Paco Ignacio Taibo II, se publicará cada domingo, a partir del próximo, en las páginas de La Jornada.

Se trata de una novela policiaca por entregas, cargada de humor negro, cuyos seis primeros capítulos se dividen, uno y uno, entre la selva chiapaneca y el Distrito Federal; los personajes principales son Héctor Belascoarán Shayne, detective protagonista de varias novelas de Taibo II, y Elías Contreras, creado por el sub. (...)

...El subcomandante estableció las reglas a seguir para escribir el texto: "Se trata de que escribamos a pie forzado una novela policiaca con dos puntos de apoyo; uno de ellos es la historia de un personaje llamado Elías Contreras, insurgente zapatista que ha vivido en la zona de insurrección haciendo pequeñas investigaciones -lo que llaman los zapatistas comisión de investigación- sobre temas como la desaparición de una mujer en la zona zapatista liberada".

"Su trama -agrega Paco Ignacio Taibo II- correría en paralelo con una serie de historias que protagonizaría Héctor Belascoarán Shayne, el detective con el que trabajé en mis primeras novelas policiacas, hasta llegar a un punto en el que ambas confluyen en torno a lo que podríamos llamar un tema de potente interés nacional, de potente repercusión nacional, bueno, de uno de los pinches demonios que andan sueltos en este país."

Las reglas son como sigue: Marcos escribió el primer capítulo, Taibo II el segundo, y así hasta una extensión que, por el momento, llega a los 12. En el capítulo siete u ocho, aún no está determinado, ambos personajes se juntan en un escenario que sería el Monumento a la Revolución.

"Es una novela policiaca con un fuerte contenido político que incide obviamente en los momentos actuales de la sociedad mexicana; también es un juego literario y una aventura".

Marcos, agregó Taibo II, tiene un estilo muy fluido, correcto gramatical y ortográficamente, además, tiene mucha gracia, ya que tiene muy buen oído, porque esta especie de castellano tzotzilizado, que domina muy bien, es el idioma que maneja el indígena castellanizado que eligió como personaje y que tiene mucho sabor".

Tomado de La Jornada de hoy

Develan estatua de Lucio Cabañas, guerrillero y fundador del Partido de los Pobres, en el 30 aniversario de su muerte

Atoyac de Alvarez, Gro., 2 de diciembre. Aproximadamente 3 mil personas recordaron con una marcha la caída en combate del guerrillero Lucio Cabañas Barrientos hace 30 años. Representantes de organizaciones sociales e intelectuales como el escritor Carlos Montemayor develaron una escultura del insurgente en la plaza de esta población de la Costa Grande.

Poco después del mediodía, los manifestantes llegaron al zócalo de Atoyac, procedentes del panteón municipal, donde los restos de Cabañas Barrientos permanecieron como desconocidos casi 27 años, hasta que fueron rescatados por sus amigos y familiares, y colocados en un obelisco en la plaza del pueblo, frente a la estatua del revolucionario Juan Alvarez.

En ese sitio, el 18 de mayo de 1967 la Policía Judicial del estado y sicarios al servicio de los caciques de la región dispararon contra una manifestación de padres de familia que encabezaban los profesores Lucio Cabañas e Hilda Flores, dejando un saldo de cinco muertos y decenas de heridos. Desde ese día el maestro subió a la sierra para combatir al gobierno.

Carlos Montemayor dijo a los presentes que después de tres décadas los que acusaron a Lucio Cabañas de delincuente hoy se encuentran en el banquillo de los acusados, "mientras tú te encuentras en la plaza de tu pueblo y junto a la efigie de otro prócer (Juan Alvarez, héroe de la Independencia)".

En nombre de la Coordinadora Comandante Lucio Cabañas Barrientos, David Cabañas, hermano del guerrillero homenajeado, manifestó que las condiciones políticas, económicas y sociales que obligaron a Lucio a convertirse en líder social hoy son aún más graves.

Tomado de La Jornada de hoy

jueves, diciembre 02, 2004

Para Shelley

Un verso de Gonzalo Rojas que lo dice todo:

Sería un error no amarnos.


Y estos de Sabines, que también dicen mucho:

Si sobrevives, si persistes, canta, sueña, emborráchate. Es el tiempo del frío: ama, apresúrate. El viento de las horas barre las calles, los caminos. Los árboles esperan: tú no esperes, este es el tiempo de vivir, el único.


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Para pachequear un ratito...

Animación de la BBC con los efectos de la mariguana en el cuerpo:

www.bbc.co.uk/science/hottopics/cannabis/high.shtml#animation


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Shakespeare y la mariguana

-- Tomado de la página en español de BBC-Mundo.com

"El hábito no hace al bardo"

El dramaturgo William Shakespeare podría haber utilizado la marihuana como fuente de inspiración, dijo un equipo de paleontólogos sudafricanos.

Los científicos estudiaron varias pipas de arcilla recuperadas de "New Place", la residencia del bardo en Stratford-upon-Avon, en el centro de Inglaterra.

Utilizando la técnica de la cromatografía de gas, encontraron restos de marihuana.

El Dr. Francis Thackeray, jefe de paleontología del Museo Transvaal, dijo que el proyecto de investigación "comenzó en un principio en la re-lectura del Soneto 76, en el que Shakespeare se refiere a la 'invención en una hierba notable'".

("¿Por qué escribo siempre de lo mismo, de una cosa tan sólo,/ y mantengo invención en conocida hierba,/ que cada palabra me menciona casi,/ revela su nacimiento y procedencia?" Soneto 76, William Shakespeare).

Según Thackeray, es posible que "hierba" se refiera a la marihuana.

En un ensayo escrito para la Sociedad Shakesperiana de Sudáfrica, el paleontólogo concluyó que las metáforas del escritor sobre joyas, oscuridad y viajes mentales apuntan a visiones inducidas por la droga.

De hecho, la marihuana ha sido cultivada en Inglaterra desde el año 400 DC, y en los siglos 16 y 17 se utilizaba para producir cáñamo para las sogas y velas de las embarcaciones.

Pero para el profesor Stanley Wells, del Shakespeare Birthplace Trust, organización encargada de resguardar el lugar de nacimiento del poeta, las conclusiones del estudio son "lamentables".

Los científicos han evitado cualquier conclusión definitiva diciendo que "no sostenemos que las pipas pertenecieran a Shakespeare".

Según Wells, el estudio "sugiere que Shakespeare no era un genio, sino alguien que escribía bajo una influencia artificial".

"Actualmente, hay alrededor de 8 millones de consumidores de marihuana en este país ", dijo Wells. "Yo me pregunto, ¿van ellos a producir algo comparable al soneto de Shakespeare. Lo dudo mucho".

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miércoles, diciembre 01, 2004

Escuchando "Take love easy" con Ella Fitzgerald y Joe Pass

Ella Fitzgerald tiene toda la razón. Hay que tomar el amor con tranquilidad. Hay que llevar suave los asuntos del corazón. Hay que pedirle a la mente que guarde la calma. "Take love easy and make it breezy, baby". No hay mejor consejo que se pueda dar a alguien que está enamorado. "When your heart is riding on...take love easy, as easy as you can". La dama ha hablado. En nuestro interior sonreímos.

Reflexionemos.


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viernes, noviembre 26, 2004

Héroes ocultos del Jazz (1): ERNIE HENRY

“Estoy en la oficina escuchando la rola Brilliant Corners de Monk y esperando ansiosa pero contemplativamente a que den las 8 u 8.15 para que me lance a mi clase de yoga…En este momento solea un saxofonista alto que toca en el disco Brilliant corners cuyos solos a veces me gustan más que los que grabó Sonny Rollins en ese disco. Están como que más pachecos, más insolentes, más gospel, más infantilmente caprichudos, en fin. Lo curioso es que nunca logro recordar el nombre de este sax alto… −Fragmento de una carta de Gerardo a Santiago, octubre de 2004

Con esta nota inauguramos una sección bloguística dedicada, como reza su título, a algunos músicos de jazz excepcionales que por azares del destino no lograron la fama o fortuna que merecían, y que son un verdadero manjar para el aficionado ávido de sabores y sonidos nuevos y tremendamente individuales.

Empezaremos hoy con el saxofonista alto de los 50’s Ernie Henry. Mi primer contacto con su música fue a través del ya mencionado disco de Thelonious Monk Brilliant Corners, el cual en mi opinión es el mejor disco de la célebre carrera de don Telonio Esfera. Basta sólo ver la alineación del disco −una majestuosa sección rítmica formada por Thelonious al piano, Paul Chambers en el contrabajo y Max Roach en la batería; acompañados por Sonny Rollins al tenor, el mencionado Ernie Henry al sax alto, y el inigualable Clark Terry a la trompeta en la monkiana pieza Bemsha swing− para lanzar gritos y exclamaciones de admiración. De alguna forma u otra, todos los músicos de ese disco fueron súper estrellas del jazz y cada uno en su respectivo instrumento, con la muy notable excepción de Henry. ¿Qué motivó a Thelonious para incluirlo como solista en esta sesión? Sólo hay que escuchar el disco para entenderlo.

El estilo de Henry es completamente diferente al de Sonny Rollins, e incluso diferente al de la mayoría de los saxofonistas altos posteriores a Charlie Parker. El único músico con el cual puedo compararlo, y esto no debe causar miedo alguno, es ni más ni menos que con el grandísimo Eric Dolphy. Así de cabrón. Ernie Henry fue quizás el único predecesor del sonido que Dolphy lograría en los 60’s en su sax alto −de la misma forma que el sorprendente Omer Simeon fue predecesor en los alegres 20’s del trabajo de Dolphy al clarinete bajo, y el fenomenal Sahib Shihab precedió en la flauta sobresoplada a Dolphy desde inicios de los 50’s. Aunque quizás sea válido, también, nombrar al genial Dexter Gordon como influencia de Henry, por las exclamaciones incoherentes (incoherencia: “falta de conexión en las cosas que se dicen o hacen; absurdo, hecho o dicho sin sentido”. Diccionario Espasa dixit) con las que Dexter salpicaba y coronaba sus mejores solos.

Los solos de Henry son, como dice el autoepígrafe de la presente nota, muy embriagantes, muy insolentes, muy gospel, muy infantilmente caprichosos y desenvueltos. Jazz verdadero y de la mejor calidad, en resumen. Fue una verdadera lástima histórica que muriera a la corta y triste edad de 31 años. Sólo podemos esperar que gente caída del cielo como los que preparan las bellísimas y completísimas reediciones de Mosaic Records, JSP Records o Proper Records tomen nota y compilen un disco que podría titularse “The Complete Riverside Recordings of Ernie Henry”. Sería un gran tributo para la memoria de este gran saxofonista alto. Como conclusión, me permito citar un comentario de Thelonious Monk sobre Henry, con toda la simpleza y profundo significado que conlleva el haber provenido de quien provino: “Ernie Henry can play”.

DISCOGRAFÍA RECOMENDADA DE ERNIE HENRY:

Thelonious Monk: Brilliant corners (1956, Riverside, y luego Original Jazz Classics)
Ernie Henry: Presenting Ernie Henry (1956, originalmente en Riverside, reeditado en cd por Fantasy /Original Jazz Classics)
Ernie Henry: Last chorus (1956-1957, Riverside, y luego Fantasy /Original Jazz Classics)
Ernie Henry: Seven standards and a blues (1957, Riverside, y luego Fantasy /Original Jazz Classics)

miércoles, noviembre 24, 2004

Poemas de e.e. cummings

Para mi novia Shelley, tú nuevamente.

Mi amiga Colleen Brown de California me pidió que le localizara algunos poemas para leer en una boda. De todas las opciones que le envié (algunas traducciones de Neruda, Kahlil Gibrán, etc.) estos son los mejores, en mi opinión. Ambos reflejan el tremendo romanticismo, juguetón y filosófico al mismo tiempo, que embriagaba a uno de los más grandes poetas estadounidenses de este siglo. También pienso que cummings es especialmente difícil de traducir, así que he preferido poner los textos originales. Si alguien lo recuerda -mi estimadísimo Santiago no me dejará mentir en este respecto, el segundo poema tiene una función muy particular en la película "Crimes and misdemeanors", de ese otro gran genio llamado Woody Allen (cuando Michael Caine seduce a su cuñada al comprarle el libro). cummings, damas y caballeros.

* * * * *

"i carry your heart with me"

i carry your heart with me(i carry it in
my heart)i am never without it(anywhere
i go you go,my dear;and whatever is done
by only me is your doing,my darling)
i fear
no fate(for you are my fate,my sweet)i want
no world(for beautiful you are my world,my true)
and it's you are whatever a moon has always meant
and whatever a sun will always sing is you

here is the deepest secret nobody knows
(here is the root of the root and the bud of the bud
and the sky of the sky of a tree called life;which grows
higher than soul can hope or mind can hide)
and this is the wonder that's keeping the stars apart

i carry your heart(i carry it in my heart)

* * * * *

"somewhere i have never travelled"

somewhere i have never travelled,gladly beyond
any experience,your eyes have their silence:
in your most frail gesture are things which enclose me,
or which i cannot touch because they are too near

your slightest look easily will unclose me
though i have closed myself as fingers,
you open always petal by petal myself as Spring opens
(touching skilfully,mysteriously) her first rose

or if your wish be to close me,i and
my life will shut very beautifully, suddenly,
as when the heart of this flower imagines
the snow carefully everywhere descending;

nothing which we are to perceive in this world equals
the power of your intense fragility: whose texture
compels me with the color of its countries,
rendering death and forever with each breathing

(i do not know what it is about you that closes
and opens; only something in me understands
the voice of your eyes is deeper than all roses)
nobody,not even the rain, has such small hands

* * * * *

martes, noviembre 23, 2004

Alerta: ¡Hay que escuchar a Maria Rita!

Debo empezar aclarando que el tono sensacionalista de este post se debe a una todopoderosa cruda de la cual me estoy recuperando apenas a las 11:26 de la mañana. Pinche dos por uno en jarras y alitas barbecue, es pariente del diablo...En todo caso, el propósito de este post es declarar mi admiración por la cantante brasileña Maria Rita. Algo de background: la madre de Maria Rita Mariano fue la celebérrima diva Elis Regina, la que en opinión del muy docto cuate Mario Helguera sigue siendo la mejor cantante brasileña de todos los tiempos, y su padre es César Camargo Mariano, quien fue músico y arreglista de Elis y quien después de la trágica muerte de ésta logró una exitosa carrera como solista. Pero no limitándonos al código genético, Maria Rita ha hecho uno de los mejores discos no-jazz que ha escuchado un servidor en los últimos meses. Así que Norah Jones, Björk y el proyecto solista de la cantante de Portishead ya tienen una rival de buen tamaño. Y latinoamericana, para nuestro orgullo. Recomiendo especialmente su disco de 2003 titulado "Maria Rita". Con este disco pasa algo muy curioso: ¡literalmente a todo el mundo le gusta! Tanto a verdaderos snobs de la música como yo y mis amigos cercanos, como a compañeros de trabajo y familiares diversos, un pequeño rato de exposición al disco provoca sonrisas y en general un mejor ambiente. Es casi feng-shui ese disco, de verdad mejora la vibra de cualquier lugar en donde se escuche. Su principal característica es un eclecticismo inteligente y serio, en donde guiados por la cálida voz de Maria podremos escuchar un bossanova clásico, una celebración como en batucada que de repente se convierte en Dead Can Dance (Enrique dixit), piezas en una especie de post-alternativo tipo Mazzy Star o incluso Calexico, algunas baladas épicas al pleno estilo de Elis, reconstrucciones posmodernas de boleros como "Dos gardenias" (algo muy popular entre los brasileños, recordemos la maravillosa transformación que hizo Caetano Veloso de "Cucurrucú paloma")...En fin. Vuelvo al silencio por ahora, o mejor dicho, vuelvo a la quietud del trabajo acompañado de los mp3 de Maria Rita. De repente trabajar se vuelve algo muy agradable...

lunes, noviembre 22, 2004

Poesía amorosa más un colofón erótico-humorístico-izquierdista

De Eduardo Langagne y Elías Nandino, poetas mexicanos. Y de Enrique González Rojo, también mexicano.

-- Para Shelley, gracias por anoche.

* * * * *

DEFINICIONES

Ella está hecha a semejanza de las cosas que amo.
Se parece a la noche,
o mejor: a una noche sin ausencias.
Ella es exacta.
Cuando la noche escurre, su cuerpo se humedece.
Me permite trepar por mis temblores
y agitar su nombre desde la oscuridad.
Ella es irrepetible.
Nació en las piedras donde empieza mi desorden.

de Eduardo Langagne

* * * * *


DESCUBRIMIENTO

colón no descubrió a esta mujer
ni se parecen sus ojos a las carabelas
jamás hizo vespucio un mapa de su pelo
nunca un vigía gritó tierra a la vista
-aunque vuelan gaviotas
en las aproximidades
de su cuerpo
y en su continente se amanece cada día-
a esta mujer no la descubrió colón
sin embargo estaba en el oeste
era un lugar desconocido
y para encontrarla
hubo que andar mucho tiempo
con una soledad azul en la cabeza

de Eduardo Langagne

* * * * *

"Íntima"

Estás en mí, como latido ardiente,
en mis redes de nervios temblorosos,
en mis vetas de instintos borrascosos,
en los mares de insomnios de mi frente.

Estás fuera de mí, como corriente
de voces imprecisas, de sollozos,
de filos de secretos tenebrosos.
de roces de caricia inexistente.

Me cubres y me encubres, sin dejarme
un espacio de ser sin tu presencia
un átomo sin linfa de tu aliento.

Estás en mí, tocándote al tocarme,
y palpita la llama de tu esencia
hasta en la entraña de mi pensamiento.

de Elías Nandino

* * * * *

"Nocturno amor"

Naciste en mí, a sangre vinculado,
en creciente raíz, cósmico nudo;
de mi selva interior el potro rudo
que anhela libertad enamorado.

Soy mortaja y estoy, amor, tajado
por tu evasión continua que no eludo,
sino que vuelo en ti y en mí me escudo,
para que al volver seas amparado.

Venero de tus ímpetus, me ligo
a tu fuga celeste, a tu caída,
a la expansión total de tu secreto;

pero de noche, cuando estoy contigo,
recobro con tu fuerza sumergida
la sola soledad de estar completo.

de Elías Nandino

* * * * *

"Voz de mí"

No sé como mirar para encontrarte,
horizonte de amor en que me excito,
distancia sin medida donde habito
para matar las ansias de tocarte.

No sé como gritar para llamarte
en medio de mis siglos de infinito
donde nace el silencio de mi grito
movido por la sangre de buscarte.

Mirar sin que te alcance la mirada
sangrar sin la presencia de una herida,
llamarte sin oírme la llamada;

y atado al corazón que no te olvida,
ser un muerto que tiene por morada
un cuerpo que no vive sin tu vida.

de Elías Nandino

* * * * *

"La clase obrera va al paraíso"

(fragmento)

Una vez me enamoré de una trotskista.
Me gustaba estar con ella
porque me hablaba de Marx,
de Engels, de Lenin
y, desde luego, de León Davidovich.
Pero, más que nada,
porque estaba en verdad como quería.
Tenía las piernas más hermosas de todo el
movimiento comunista mexicano.
Su senos me invitaban a
mantener con ellos actitudes fraccionales.
Las caderas, que eran pequeñas, redondas,
trazadas por no sé qué geometría lujuriosa,
lucían ese movimiento binario
que forma cataclismos en las calles populosas.
Un día, cuando me platicaba que:
''Lenin había visto con lucidez
que la época de los dos poderes llegaba a su fin",
yo le tomé la mano;
ella continuó:
''Pero el problema básico
era la concientización de los soviets".
Yo no despegaba los ojos de sus senos.
Un botón de audacia -meditaba-
y me vuelvo un hombre rico.
Y ella proseguía:
''Había que reforzar el papel de la vanguardia".
No me pude contener
y la estreché a mi cuerpo, con la boca de cada poro mío
buscando otros iguales en su carne (...)

de Enrique González Rojo

* * * * *

viernes, noviembre 19, 2004

Aclaración

Mi estimado Federico Reyes no tiene relación de parentesco alguna con Federico Reyes Heroles, escritor mexicano.

O sea, simplemente son homónimos ("se dice de las palabras que siendo iguales en su forma tienen distinta significación", Diccionario Espasa dixit).

Escuchando: Bobby Previte y Bump, 887 Soul, del majestuoso disco "Counterclockwise", o "A contra reloj". Viva Marty Ehrlich, gran descubrimiento saxofonístico.

Sobre Federico Reyes, en su cumpleaños

Conocí a Federico Reyes una tarde en que el frío amenazaba como un demonio oculto del subconsciente. Yo dije "¿Partido Popular?", y él respondió "¡Hostia puta!". Así comenzó nuestra amistad, ligada inexorablemente desde su germen más remoto a la política y a las putas, temas ambos que nos apasionaban. Supongo que esto fue antes del episodio como catador de mariguana en Jamaica, aunque no lo sé de cierto. Rara vez hablábamos de otra cosa que no fuera el futuro o los paraísos artificiales, cosas intangibles, acaso inexistentes como la materia de los sueños. Puedo decir que fuimos correligionarios del hedonismo, de la rebeldía contra la estupidez, y que el exceso de imaginación fue nuestra bandera. Aunque ninguna bandera nos ha puesto de pie, al menos desde la escuela primaria. Compartimos insomnios e historias sobre mujeres. De él aprendí cómo hacer sangría en un bote de basura vacío y cómo hacer que vuele una bolsa de té. Puedo decir que me contagió fuertemente de su amor por las palabras, por este idioma agonizante y muchas veces resurrecto, por el gazpacho y el aceite de oliva. Lo último que supe de él es que cruzó el Atlántico a nado, tal como el joven y asmático Che cruzó aquel río chileno. Acaso las gaviotas y los albatros se apiadaron de él, acaso sucumbió ante las mareas de la desmemoria. No lo sé de cierto, pero prefiero pensar que en este momento combina un poco de leche con su té, se aprieta la nariz entrecerrando los ojos, y sonríe sin motivo alguno. Ese es el Federico que vive en mi memoria.

Escuchando: Clarke/Boland Big Band, Sax no end en vivo, con unos solos bestiales de los grandes Benny Bailey a la trompeta y Sahib Shihab al sax barítono.

viernes, octubre 22, 2004

"Espantapájaros", de Oliverio Girondo

Espantapájaros 1

No sé; me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que
amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso si! - y en esto soy irreductible - no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Está fue -y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa. ¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronostico reservado?
¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres...
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. "¡María Luisa! ¡María Luisa!... y a los pocos
segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos haga ver, de vez en cuando las estrellas! ¡Qué voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes...la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer a una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay una diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.

* * * * *

Espantapájaros 2

Que los ruidos te perforen los dientes, como una lima de dentista, y la memoria se te llene de herrumbre, de olores descompuestos y de palabras rotas.
Que te crezca, en cada uno de los poros, una pata de araña;
que sólo puedas alimentarte de barajas usadas y que el sueño te reduzca, como una aplanadora, al espesor de tu retrato.
Que al salir a la calle, hasta los faroles te corran a patadas; que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarteante los tachos de basura y que todos los habitantes de la ciudadte confundan con un madero.
Que cuando quieras decir: "Mi amor", digas: "Pescado frito"; que tus manos intenten estrangularte a cada rato, y que en vez de tirar el cigarrillo, seas tú el que te arrojes en las salivaderas.
Que tu mujer te engañe hasta con los buzones; que al acostarse junto a ti, se metamorfosee en sanguijuela, y que después de parir un cuervo, alumbre una llave inglesa.
Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto, para que los espejos, al mirarte, se suiciden de repugnancia; que tu único entretenimiento consista en instalarte en la sala de espera de los dentistas, disfrazado de cocodrilo, y que te enamores, tan locamente, de una caja de hierro, que no puedas dejar, ni por un solo instante, de lamerle la cerradura.

viernes, septiembre 24, 2004

Otro poema de la medianoche

-- Para la mujer que quisiera tener a mi lado (she knows who she is).

Solo dentro de la noche, cerca de ti estoy.
Estoy acostado a tus espaldas, con mis labios en tu cuello,
mi brazo en tu cintura, mi pierna dentro de tus piernas.
Te susurro cosas al oído.
Enumero tus nombres infinitos, describo la belleza que te rodea.
Estoy enamorado del olor de tu cabello.
Y me tranquiliza saber que aunque conozco una parte de ti,
tú, mi mapa del tesoro, seguirás siendo un templo de maravillas.

* * * * *

martes, septiembre 21, 2004

Sobre la frustación

Me gusta escribir siempre que me siento frustrado. Como ahora. La frustración es hermana de la impaciencia, ni quien lo dude. Y pocas cosas pueden llegar a frustrar tanto como una mujer. Especialmente si uno es capaz de verse nítidamente a sí mismo en los ojos de esa mujer. A través de sus ojos. Sus hermosos, amigables, verdes y amarillos, sensuales, deliciosos ojos.

Escuchando: Albert Ayler, "Music is the healing force of the universe", que aunque cause sorpresa es una excelente opción para escuchar a la una de la mañana. ¡Viva don Alberto Ayler!

domingo, agosto 29, 2004

Yo en la playa

sábado, agosto 21, 2004

Poema sobre Robert Dana

Hace algunos días, revisando mis cachivaches, reencontré este texto escrito hace 4 años, mientras estuve en Pella, Iowa. Robert Dana es un excelente poeta estadounidense, y tuve la suerte de asistir a una de sus lecturas de poesía, justamente en la biblioteca de la universidad. El poema fue redactado pocas horas después de haber escuchado al poeta cantando sobre atardeceres en las costas del norte de África y ciertas delicias de la vida cotidiana. La anécdota que narra el poema en realidad sucedió, hace algunos 14 años. Como despedida, ya que no puedo transcribirla ni describirla apropiadamente, adjudico espiritualmente a ustedes la profundidad y belleza de las frases de Miles Davis y John Coltrane que estoy escuchando en este instante. Del Kind of Blue, ciertamente.

"Escuchando a Robert Dana en Pella, 2000"

No creo que le importe que le diga viejo.
El caso es que el viejo poeta nos ha dado una lección.
Yo estaba sentado en la biblioteca, admirando el movimiento
de sus palabras que eran serpientes que ardían
bajo la luna fría del otoño como la memoria,
como la serpiente que encontramos muerta frente a mi casa
una
tarde
lluviosa,
hace una vida parece, hace sólo diez años.
Formamos un círculo alrededor del pequeño cadáver y nos reímos del miedo que teníamos de acercarnos.
Nadie pensó en enterrarla.
Cerramos los ojos
y en silencio imaginamos que la lluvia caería en la noche,
lavaría las aceras de las casas y golpearía nuestras ventanas,
y un n.i.ñ.o.s.o.n.á.m.b.u.l.o se levantaría de la cama y saldría a venerar sin llanto la llegada del invierno.

* * * * *

lunes, agosto 09, 2004

Jueves de jazz

Escuchando: Héctor Lavoe y Willie Colón, "Todo tiene su final"

Sirvan estas palabras para pregonar a los cuatro vientos que nuevamente hay jazz en Mérida. Jazz nocturno, jazz versado —notas apasionadas y llenas de soltura. Formalmente jazz, ya que como afirmaba Jelly Roll Morton, para estos propósitos “no importa qué se toca sino cómo se toca”. El recinto es el Taller de Arte Contemporáneo del guitarrista y bajista Alberto Palomo (calle 27 no. 213-C por 26 y 28, col. García Ginerés), la cita los jueves a partir de las 9 de la noche. El propietario del presente par de oídos ha tenido la fortuna de asistir por lo menos tres veces, atestiguando el jubiloso desarrollo del trío integrado por Juan Palacios al piano eléctrico, Alberto Palomo al bajo y contrabajo eléctrico y Virgilio Zaldívar a la batería. Rindo testimonio ante ustedes: Palacios suele ejecutar unos solos llenos de vigor rítmico y un saludable olfato melódico, Virgilio logra imponer el sonido africanizado de sus tambores y de Palomo ya no sabemos si preferimos oírlo al bajo o a la guitarra, tan placentero es su desempeño en ambos instrumentos. De igual forma, bienaventurados han sido los palomazos de excelentes músicos como el excelente guitarrista de bebop Gilberto Pinzón, el fino baterista Paco Godoy y el saxofonista cubano Humberto Casanova, entre varios otros. Les invito entonces a disfrutar cada jueves de una enérgica velada entre síncopes y sincopados, café expreso y el sano aroma de la juventud. Doy fe.

P.D. Como posterior testimonio, me permito transcribir un poema escrito por un servidor el jueves de la semana pasada, durante un intermedio del trío de Palomo.

Vibro al compás,
sueño sincopado.
¡Soy de viento!

* * * * *

lunes, julio 26, 2004

Poesía de (casi) la medianoche

Interrumpo mi acostumbrada sesión de soulseek para soltar al aire ciertos textos, escritos recientemente, que parecen apropiados para esta "noche de inquietud", como la descrita magníficamente por Deniz en Picos Pardos.

Escuchando: Lester Young con John Lewis: Three little words; Chico Freeman: Answer me my love, Angel eyes.

* * * * *

Es más de la medianoche y sigo vivo.
Sigo despierto, vertical, en movimiento. Tengo los ojos abiertos.
Escucho las voces del pasado, los cánticos del viento y del olvido.
Me integro. Estoy de vuelta.

Mi cuerpo suena como un conjunto de voces, un ensamble de pequeños yo.
Soy el que ha sido desde antes. Somos uno mismo. Lo que significa que somos dos, o tres, o más.

Cierro los ojos. Me reintegro.
Me declaro hermano de todos los hombres que he sido.
Me declaro hermano de mis hijos. Me declaro muchos.
Me ofrezco mí mismo a mí.
Y sigo siendo otro.

* * * * *

"Temporada de vuelo"

"Everybody knows that our cities were built to be destroyed..."
Caetano Veloso

Por favor Dios, mándame una carta
Mándame un sello como una serpiente
Los embates traicionados de la hondura
El aire de vidrio que respiro
Esas dos o tres fotografías
(En que apareces entera...)

* * * * *

Vendrán ahora mis palabras como un muro de concreto.
Ignoro su significado. Desconozco la relación entre sus signos.
Aún no comprendo como puede uno viajar a través de ellas, montado en ellas, incrustado en ellas.
Sé que vienen del silencio. Y que al silencio se dirigen.
Ellas también lo saben, y bailan.
¿Estoy yo detrás de ellas?

* * * * *

¿Qué pasaría si no existiera la palabra "yo"? ¿Con qué otra forma denominaríamos e identificaríamos los límites que nos definen y separan del resto de los seres? ¿Con una sensación corporal, acaso? ¿Tendría el propio cuerpo alguna forma de decir: "aquí empiezo, y aquí termino"? ¿Seguiría sabiendo que el conjunto de órganos que lo integran pertenece a un sólo ser? ¿Quién sería ese ser?

* * * * *

domingo, junio 13, 2004

Poesía de domingo lluvioso, al mediodía

Para Malena, gracias por las fotos.


* * * * *


CATULO

de la obra: Cármenes

VIII

DEJA de hacer el tonto, infeliz Catulo,
y lo que ves que ha muerto juzga perdido.
Viste brillar, otrora, radiantes soles,
cuando ibas donde aquella te conducía
que amamos como nadie ha de ser amada.
Allí se hacían esas cosas alegres
que te placían y a ella no desplacían.
Viste brillar, de cierto, radiantes soles.
Hoy no te quiere ya; no la quieras, débil;
no sigas a quien huye, ni triste vivas,
pero con obstinada mente resiste.
Adiós, amada; ya Catulo resiste
y no te busca o ruega contra ti misma.
Pero habrás de dolerte al no ser rogada.
¡Qué vida te espera, desventurada!
¿Quién hoy a ti se acerca? ¿Quién te ve hermosa?
¿A quién amas, de quién se dirá que eres?
¿A quién besas? ¿De quién morderás los labios?
Mas resiste, Catulo, tú, decidido.


* * * * *


EZRA POUND

Encargo

Vayan, canciones mías, al solitario y al insatisfecho,
Vayan también al desquiciado, al esclavo de las
convenciones,
llévenles mi desprecio hacia sus opresores.
Vayan como una ola gigante de agua fría,
lleven mi desprecio por los opresores.

Hablen contra la opresión inconsciente,
Hablen contra la tiranía de los que no tienen
imaginación,
hablen contra las ataduras,
vayan a la burguesa que se está muriendo de tedio,
vayan a las mujeres de los barrios residenciales,
vayan a las repugnantemente casadas,
vayan a aquellas cuyo fracaso está oculto,
vayan a las emparejadas sin fortuna,
vayan a la esposa comprada,
vayan a la mujer comprometida.

Vayan a los que tienen una lujuria exquisita,
vayan a aquellos cuyos deseos exquisitos son frustrados,
vayan como una plaga contra el aburrimiento del mundo;
vayan con vuestro filo contra esto,
fortalezcan los sutiles cordones,
traigan confianza a las algas y tentáculos del alma.

Vayan de manera amistosa,
vayan con palabras sinceras.
Ansíen el hallazgo de males nuevos y de un nuevo bien,
opónganse a todas las formas de opresión.
Vayan a quienes la mediana edad ha engordado,
a los que han perdido el interés.

Vayan a los adolescentes a quienes les asfixia la familia…
¡Oh, qué asqueroso resulta
ver a tres generaciones reunidas bajo un mismo techo!
Es como un árbol viejo con retoños
y con algunas ramas podridas y cayéndose.

Salgan y desafíen la opinión,
vayan contra ese cautiverio vegetal de la sangre,
vayan contra toda clase de manos muertas.


* * * * *


VLADIMIR MAÏAKOVSKI

El poeta es un obrero

Se le ladra al poeta:
“¡Quisiera verte con un torno!
¿Qué, versos?
¿Esas pamplinas?
¡Y cuando llaman al trabajo, te haces el sordo!”
Sin embargo,
es posible que nadie
ponga tanto ahínco en la tarea
como nosotros.
Yo mismo soy una fábrica.
Y si bien me faltan chimeneas,
esto quiere decir
que más coraje me cuesta serlo.
Sé muy bien
que no gustáis de frases vacías.
Cuando aserráis la madera, es para hacer leños.
Pero nosotros
qué somos sino ebanistas
que trabajan el leño de la cabeza humana.
Por supuesto
que pescar es una cosa respetable.
Echar las redes.
¿Quién sabe? ¡Tal vez un esturión!
Pero el trabajo del poeta es más beneficioso:
la pesca de hombres vivos, esto es lo mejor.
Enorme, ardiente es el trabajo en los altos hornos,
donde se forma el hierro chisporroteante.
¿Pero quién
se atrevería a llamarnos holgazanes?
Nosotros bruñimos las mentes con áspera lengua.
¿Quién es más aquí?
¿El poeta o el técnico
que procura a los hombres
tantas ventajas prácticas?
Los dos.
Los corazones son también motores.
El alma es también fuerza motriz.
Somos iguales.
Camaradas de la clase trabajadora.
Proletarios del cuerpo y del espíritu.
Solamente unidos,
Solamente juntos podremos engalanar el universo,
acelerar el ritmo de su marcha.
Ante una oleada de palabras, levantemos un dique.
¡Manos a la obra!
Y a los que discursean
que se les mande al molino.
¡Para que el agua de mis discursos haga girar sus aspas!


* * * * *


MAX JACOB

Poema de un gusto que no es el mío

A ti, Baudelaire.

Cerca de un acebo a través de cuyo follaje se veía una ciudad, don Juan, Rotschild, Fausto y un pintor conversaban.
–Yo he amasado una inmensa fortuna, y como no me proporcionaba ninguna satisfacción he continuado enriqueciéndome, esperando encontrar la alegría que me dio el primer millón– afirmó Rotschild.
–He seguido buscando el amor en medio de las desdichas– dice don Juan–. Ser amado y no amar es un suplicio, pero yo he continuado buscando el amor con la esperanza de volver a hallar la emoción de un primer amor…
–Cuando encontré el secreto que me ha dado la gloria –dice el pintor– busqué otros secretos para llenar mi pensamiento; mas para éstos se me ha negado la gloria que me había facilitado el primero, y vuelvo a mi fórmula a pesar del hastío que me causa.
–He dejado la ciencia por la felicidad –dice Fausto– pero me reintegro a la ciencia, empero estar anticuados mis métodos, porque no hay otra felicidad más que la investigación.
Al lado de ellos estaba una mujer muy joven cubierta de hiedra artificial que dijo:
– ¡Yo me aburro, soy demasiado bella!
Y Dios, tras el abeto, afirmó:
– Yo conozco el universo, me fastidio.


* * * * *


GERARDO DENIZ

de la obra: Picos pardos

(1. Prólogo mientras acaba de entrar el público.)

Como un alto vuelo blanco de garzas temprano se convierte
en inferior cometa a ras de limo
sin el grabar en vísceras que aflige la balanza,
así los pensamientos de un día con su noche,
(a qué hora comenzará la carne a oír),
flores de dos esmaltes, son religiones hondas donde
dormita el riesgo
al murmurar: amoneda tu rostro y has de amanecer tirano.

¿Caerán estrellas pronto (bastantemente, demasiadamente)
o tan sólo el domingo, soplado de cacao, juglar que defeca
una vez por semana?
Pues ya en las sobremesas entre Abel y Caín
–donde tantas figuras fueron desplumadas–
se habló de cuatro cocoteros heridos de centella y en medio,
necesario, el primer patíbulo.
Junto a los manantiales descubrían ambos hermanos a
doncellas y más doncellas con lágrimas tatuadas
y coronas de cartón caídas al cauce fresco y reciente. ¿Los
embaucaron? Poco interesa.
Hoy, un beso entre las clavículas –palillos de tambor bajo
epidermis–, y a otro tórax.

(Se ruega no contraer el útero por tan poco, damiselas,
que no estará en letra de médico todo lo que ha de seguir,
palabra de hombre.)
El meridiano, cualquiera lo soba. Y si el meridiano avienta
arena a los ojos,
es por horizontal y cabe defenderse.
Desde la sima de esta cárcel de cuarzo, sé bien lo que
divulgo y lo que abrevio.
He visto a hartas hadas de ferias cortando en sectores
–mientras proferían un algo alarido celestino–
su esfera horaria, más petulantes que magnolia por la
noche.
Lo he visto y me ha indignado.

La luna tras las cumbres, redonda boina tibia
por el cráneo: cómo dudar que le saltaran íncubos por
arriba y súcubos
por puro amor (sin pretender que volverían; más bien
nada prometieron). Lo certificará la madre al contar las
manchas en la sábana
porque se asume infalible, como en el folklore. Y se
equivoca:
la piel es y será un estuche de duendes, parézcanos o no.

Rumbo al polo, aquí empezaríamos a devorar los perros de
nuestros trineos.


* * * * *

viernes, junio 04, 2004

Tomado de la columna Astillero, de La Jornada

(Sobre la declaración de Fox que el país pasa por una "pequeña turbulencia" como "cualquier vuelo en el aire", pero que el propio paìs "sabe como llegar a dónde va a llegar"):

"¿O sea que en plena turbulencia de un 'vuelo en el aire' el supuesto capitán avisa que el avión por sí mismo sabe a dónde ir y cómo llegar 'ahí'? Y en seguida, ligadito, el general de ala Bis Fos, abundó en su tesis del piloto automático como salvación nacional: 'La responsabilidad (de manejar la nave en plena turbulencia) la ha asumido la sociedad mexicana, y la sociedad mexicana está conduciendo a este país', reveló, mientras los viajeros se preguntaban si las palabras esclarecedoras no serían un mensaje que el responsable del vuelo habría grabado antes de lanzarse en paracaídas y mientras se figuraban cómo le harían decenas de millones de manos para asumir el control del instrumental de navegación que un par de ellas, elegidas históricamente para esas labores, no habían podido hacerlo. "

Julio Hernández López
Astillero
LA JORNADA

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martes, junio 01, 2004

Un cuento de Edmundo Paz Soldán

A sugerencia de mi estimado amigo Santiago Canales, he empezado a sumergirme y volverme adicto a ciertos autores de la nueva literatura hispanoamericana; ya leímos al impresionante chileno Alberto Fuguet, hoy es el turno del no menos impresionante Edmundo Paz Soldán. Boliviano, profesor de literatura en Estados Unidos, treintañero, Paz Soldán ha recibido algunos de los más importantes premios del continente, incluído el Premio Juan Rulfo, quizás la más importante distinción mundial sobre el cuento breve. Les recomiendo ampliamente la lectura de sus cuentos "El rompecabezas", y "La frontera", de fácil búsqueda en Google. Paz Soldán, damas y caballeros.

* * * * *

La visita

por Edmundo Paz Soldán


El timbre sonó con delicadeza, como si la persona que lo hubiera tocado estuviera pidiendo disculpas por la interrupción. Gustavo se levantó de su asiento y se acercó a la puerta. Carolina le había pedido que no abriera sin preguntar de quién se trataba, New York está llena de locos, pero Gustavo no hizo caso al pedido. Un hombre de cuarenta y cinco a cincuenta años, moreno y de patillas, los ojos verdes y pequeños y un sobretodo gris, incongruente en la calurosa tarde de primavera, lo miró y le preguntó si podía pasar. Gustavo le dio paso, sin tiempo siquiera a sorprenderse por la pregunta.

El hombre caminó por el piso alfombrado del estudio. Sus ojos escudriñaban las paredes cubiertas de pósters del MOMA -Magritte y Kandinsky-, la cama suspendida del techo en un rincón, la escalera que colgaba de ésta. Se detuvo junto a la mesa y miró a la azulada pantalla de la iMac, los gráficos de la bolsa de valores que Gustavo analizaba para invertir en internet. Una canción de Creed en MP3 salía de los parlantes de la computadora.

Gustavo se preguntó si el hombre tenía algo que ver con el edificio. ¿Venía a medir el estudio para ver en cuánto subía el alquiler? ¿Y si el sobretodo escondía un revólver? Un asalto a mano armada, los titulares del New York Post estaban llenos de robos y violaciones a incautos que dejaban pasar a extraños a sus departamentos. Tosió. Debía haberle hecho caso a Carolina.

-Excuse me, but, could you tell me…
-Nice accent. Where are you from?
-Bolivia.
Se acercó a la mesa y bajó el volumen. Alzó la manzana que estaba comiendo. Era verde, como le gustaban a Carolina. Le dio un mordisco. Prefería las rojas.
-Hablo español. Un poquito -dijo el hombre, con un acento pronunciado-. Vivo un año en Costa Rica. Conozco Perú. Bolivia es como Perú, isn't it?
-Su hermana menor.
-Macchu Picchu, really. Muy hermoso. Los incas. Great civilization. Voy con mi esposa, long time ago. Prometemos volver, nunca volvemos.
-Suele ocurrir.

El hombre se acercó a la puerta corrediza de vidrio, que daba hacia un mínimo balcón. Un hueco entre los edificios que rodeaban el departamento permitía el ingreso de una luz diáfana, de primera mañana.

-Antes no hay balcón -continuó el hombre-. Gracias por dejarme pasar. Thanks, really. Yo vivo aquí fourteen years ago. Con mi mujer Louise y Anna Louise, mi hija de tres años. Quiero ver como está el apartamento. Ahora yo vivo en Wyoming. Primera vez que vuelvo a Manhattan.
-Ha debido cambiar mucho -dijo Gustavo, mirando de reojo su reloj. Cada minuto contaba en internet trading. Se construían fortunas y caían imperios a cada segundo de la marcha bursátil. Oracle, ¿habría subido? Unos puntos más, y vendería sus escasas acciones y ganaría algunos dólares. Y Carolina llegaría pronto del hospital, debía apagar la iMac, a ella no le gustaba que invirtiera en la bolsa, ¿quién te metió en la cabeza eso de querer hacerte rico de la noche a la mañana? Este país, respondía él. ¿Y qué quieres que haga, con tanto tiempo libre? Pronto ella terminaría su beca, volverían a Río Fugitivo, a otro ritmo, a otras ideas en la cabeza.
-Todo cambia mucho -dijo el hombre. Tenía la vista fija en la puerta corrediza-. Mi mujer… she killed herself last year.
-Lo siento -Gustavo se sintió algo tonto pronunciando esas palabras. Pero, ¿qué más decir? Se preocupó. ¿Había venido el hombre a arrojarse por el balcón? Dejó la manzana sobre la mesa-.
-Está bien, está bien… Hace catorce años, no hay balcón aquí. Sólo la puerta corrediza. Ella va una tarde al supermercado. Yo me quedo in charge de Anna Louise. Beautiful blond hair, like her mother. Green eyes, like me. ¿Usted tiene hijos?
-No.
-¿Quiere tenerlos?
-Por supuesto. Un hombrecito me encantaría.
-They say they're great. But there's nothing like a baby girl. You won't be a dad until you have a daughter.
Gustavo se preguntó por qué.
-Esa tarde trabajo, como usted. Todos trabajan mucho en New York. Anna Louise juega. Puedo verla, sonríe, está feliz, y escucho su voz, daddy, daddy long legs, she calls me. Esa tarde, el aire está pesado. Muy pesado. Abro un poco la puerta. That door.
Gustavo se fijó en la puerta corrediza.
-Vuelvo a trabajar -dijo el hombre-, y olvido cerrarla.

El tono era neutro, desapasionado. Gustavo se había preguntado muchas veces por los anteriores moradores del departamento. El tubo cilíndrico en las paredes, a la altura de la cintura, le había hecho pensar que una anterior inquilina pudo haber sido una bailarina de ballet (¿pósters de Degas en las paredes?). ¿Qué historias encerraba ese recinto? A veces, en las noches, se oían crujidos de los muebles, y Carolina inventaba, entre risas, un relato de un crimen cometido años atrás en ese departamento, de un alma intranquila que vagaba en pena por los cuartos y pasillos del piso nueve. A Gustavo no le parecía nada cómico, y le tapaba la boca para callarla. Carolina era así, se reía de lo trágico. Sería una buena doctora, en la sala de operaciones no se inmutaría al ver a un paciente desangrarse y expirar en sus brazos. ¿Qué hubiera dicho de la historia del hombre?

-Bajo corriendo. One floor, two floors, three floors… The elevator, I didn't even thing about taking it, I don't know why. Pienso que puedo llegar más rápido corriendo. Pero no quiero llegar. Veo desde la puerta mucha gente que se acerca. Me acerco. I can't stop. No puedo. Sigo caminando. Me alejo de la gente, desaparezco. Camino por Manhattan toda la tarde. Entro al subway. Línea 2, from beginning to end, back and forth. No puedo volver, no quiero volver. No quiero ver a mi hija en la calle.

Gustavo sintió deseos de abrir la puerta corrediza, asomarse al balcón, ver a la gente y los taxis cruzando la calle Setenta, quizás los rescoldos incorpóreos de una escena ocurrida catorce años atrás. No lo haría: el vértigo le atenazaría el cuello, como aquella vez en Río Fugitivo, besándose con Carolina en la azotea de un edificio abandonado, el pretil que estaba tan cerca, y, borrachos, la apuesta de sacar por el borde la mitad del cuerpo y mantener la mirada hacia abajo durante cinco minutos. No había durado ni treinta segundos. Una vez más, Carolina había ganado.

-Mi esposa en shock, con doctores. To make a long story short, regresamos a Wyoming, para el funeral. No podemos volver a New York. Juicio al edificio. Los abogados prometen que ganamos, pero perdemos. Oh well. Who cares? Nada es lo mismo. Vivo con guilt… ¿cómo se dice?
-Culpa.
-Vivo con culpa todos los días. Muchas veces pienso que no sobrevivo, ése es the last day. However, aquí estoy. Es mi responsabilidad. Pero Louise no puede. She retreats into her own world. Writes poems to her daughter. Every day. Keeps the ashes in a box, by her bed. Su hija, dice. No nuestra hija, nunca más. Nunca más. And then, one night. Valiums, muchos valiums.

Gustavo se quedó callado. Quiso que llegara Carolina. Ella siempre tenía las palabras adecuadas para cada ocasión. Percibió una gran mancha roja en el cuello del hombre. Debía ser una marca de nacimiento.
-Debe de ser muy duro para usted -dijo.
-No duermo bien. Juego billar en las tardes, solo. Vivo en diferentes hoteles. Holiday Inn, Best Western… Veo televisión toda la noche. Black and white movies, mostly. El domingo pasado, veo Paths of Glory.
-Gran película. La escena del fusilamiento es increíble. Kubrick es un genio.
-Indeed.

El hombre volvió a agradecerle a Gustavo la gentileza. Se alisó las patillas. Su mirada se perdió por un rato más en la puerta corrediza. Deambuló por el estudio, se acercó a la escalera y se ensució las manos con polvo. Quiso volver hacia el balcón, pero se detuvo a medio camino. Luego, se despidió y se fue.

Gustavo se sentó frente a la iMac. Subió el volumen de la música. Lo bajó. Oracle había ganado unos puntos. Vendió las acciones y apagó la computadora. Se quedó sentado mirando la pantalla apagada. No quería darse la vuelta y mirar hacia la puerta corrediza. Quería darle la espalda a la ciudad hasta que la noche lo sorprendiera.

Carolina le hablaría de bebés esa noche. Ese era su tema últimamente. Quería que apenas volvieran a Río Fugitivo se dedicaran en serio a buscar un hijo. ¿Te imaginas, un hijo nuestro? ¿Con tu sonrisa y mi mirada? El reloj biológico, ¿cómo evadirlo?

Pero, ¿cuál era el problema? No debía preocuparse. Un accidente como ese le ocurría a uno en un… ¿millón? Más, mucho más. El cálculo de probabilidades, tan útil para el daytrading, debía servirle ahora.

En la pantalla apagada de la iMac, un hombre le daba la espalda a Gustavo en la habitación de un hotel, y miraba en su televisor una película en blanco y negro. Gustavo se concentró en la pantalla del televisor, y pudo ver, aliviado, que la película era Paths of Glory. Se concentró en el hombre y quiso ver su rostro, asegurarse de que tenía patillas y ojos verdes, de que había una marca de nacimiento en el cuello.
Se desesperó: no podía verle el rostro.

Carolina lo descubrió con la cara pegada a la iMac, tratando, acaso, de ingresar a esa habitación de hotel, de ver de frente lo que sólo podía ver de espaldas.

© Edmundo Paz Soldán 2003

domingo, mayo 30, 2004

Del amor (o, who told you it would be easy?)

Disculpen la falta de palabras. Pero es que es la verdad. ¿Quién nos dijo que el amor iba a ser algo fácil? Se han dicho millones de cosas sobre el amor en toda la historia de la humanidad, pero no creo que nadie, ni una sola vez, haya dicho que el amor es algo fácil. O que la vida sea algo fácil, for that matter. Hay consuelos, momentos felices, una sensación pasajera de alivio. Y hay el amor. Pero no es fácil. Nadie nos dijo que sería fácil. José Carlos Becerra, un poeta tabasqueño, tampoco pensaba que estos asuntos fueran algo fácil. Me sumo entonces a su plegaria, a su canto fervoroso. No era necesaria una nueva acometida de la soledad para que lo supiera. El amor no es algo fácil.

* * * * *

Blues

de José Carlos Becerra

No era necesaria una nueva acometida de la soledad
para que lo supiera.
Navegaba la mar por un rumbo desconocido para mis manos.
Donde el amor moró y tuvo reino
queda ya sólo un muro que avasalla la hierba.
Queda una hoja de papel no en blanco
donde está anocheciendo.
Donde goteaba luceros una noche
sobre unos hombros limpios como verdad mostrada,
sólo queda una brisa sin destino.
Donde una mujer fundara un beso,
sólo árboles postrados al invierno.

Y no era necesario decirlo.
El corazón sin que sea una lágrima
puede sombrear las mejillas.

La ventana da a la tristeza.
Apoyo los codos en el pasado y, sin mirar, tu ausencia
me penetra en el pecho para lamer mi corazón.

El aire es una mano que está hojeando mi frente.
Mi frente donde la luna es una inscripcíón,
una voz esculpiendo su olvido.

Como humo la luna se levanta
de entre las ruinas del atardecer.
Es muy temprano en este azul sin rostro.
No era necesario enturbiar la soledad
con el polvo de un beso disuelto.
No era necesario
memorizar la noche en una lágrima.

Labios sobrecogidos de olvido,
pulsaciones de un oleaje de mar ya retirándose,
ruido de nubes que el otoño piensa.

Hay lápices en forma de tiempo, vasos de agua
donde el anochecer flota en silencio.
Hay la rama de un árbol como un brazo esculpido
por algún abandono.

Hay miradas y cartas donde la noche
puso en marcha al vacío,
a las frentes que extinguen su remoto color
sobre letras que enlazan señales de viaje.

Aquí está la tarde.
Puede enrolarse en ella quien esté enamorado.
Aquí está la tarde para designar una ausencia.

Suena en mi pecho el mundo
como un árbol ganado por el tiempo.

No era necesaria la tarde, tampoco este cigarro cuyo humo
puede ser otra mano evaporándose.

Invernará la noche en mi pecho.
No era necesario saberlo.
No tiene importancia.
Espero una carta todavía no escrita
donde el olvido me nombre su heredero.

* * * * *

viernes, mayo 28, 2004

Un sabio habla

"Concluyo: ''La fridomanía es un culto cuyos residuos providencialistas prueban lo evidente: los santos de esta época ya no provendrán de las virginidades defendidas a costa del salto en el vacío o de los aconteceres celestiales que sanan a enfermos y sanos por igual. Sino, muy principalmente, de las vidas que mezclan orgánicamente dimensión artística, autodestrucción, originalidad y radicalidad existencial.' "

Carlos Monsiváis, en plática sobre Frida Kahlo en la casa de Frida en Coyoacán.

La Jornada

* * * * *

jueves, mayo 27, 2004

Un cuento de Alberto Fuguet

Para los que aún no lo conocieren, el chileno Alberto Fuguet es uno de los esritores más importantes de Latinoamérica. Estoy en proceso de conseguir su novela "Mala Onda" y su antología "McOndo". Aquí les pongo un cuento suyo, impresionante por su dureza y por su coloquialidad, por la distancia con que retrata a sus personajes. Resulta evidente la influencia de autores norteamericanos como J.D. Salinger y Charles Bukowski, filtradas a través de un desparpajo plenamente noventero y kurt-cobainesco. Alberto Fuguet, señoras y señores.

* * * * *

HIJOS
(un cuento en dos actos)

por Alberto Fuguet


I

Somos una pareja joven, sin hijos. Lo de joven es relativo. Ninguno de los dos ha cumplido treinta, es cierto, pero llevamos siete años juntos y no hemos sentido comezón alguna. La pasamos muy bien. Nos reímos sin cesar. Somos más ambient que transient. Esto es cierto. Carla no baila. Nunca lo ha hecho. No gastamos en moda ni en cosas de moda. Ninguno de los dos maneja. Nos gusta trotar a orillas del mar. Comemos hamburguesas y pollo frito, nada de sushi o vino fino nacional. Por las noches, vemos películas en DVD. A Carla y a mí nos gusta surfear la Internet tomados de la mano. Contamos con varios computadores Apple. Los coleccionamos. Ella tiene iMac color uva, yo acabo de comprarme un G3 portátil. Siempre hemos sido fanáticamente anti-PC. Creemos en la hermandad Mac.
No ganamos mal. Si sumamos nuestros respectivos sueldos, juntamos un monto respetable. El departamento de Recreo es nuestro. Invertimos más en Fondos Mutuos que en viajes no-virtuales. No estamos juntos por temor a estar solos. Carla es digital y lo sabe. No podría confiar en una mujer que no creyera en la cibernética. A veces le envío e-mails cariñosos y le escribo el tipo de cosas que no me atrevo a decirle en persona.
Respecto al tema de la descendencia: no es que no podamos procrear, simplemente no queremos. Quizás más adelante. Eso es lo que le decimos a los curiosos que no entienden (o son incapaces de comprender) que no queramos desvelar nuestras noches o endeudarnos con criaturas que, una década y media más tarde, pensarán de nosotros lo mismo que nosotros pensamos de nuestros limitados progenitores.
El que nos ayudó a tomar esta opción fue un amigo al que ya no queremos tanto. Fue por azar, no a propósito. Mauricio terminó casándose con su novia, una chica intercambiable a la que admiraba más que quería. Nada nuevo ahí. Sucede a menudo. A los diez meses, tuvieron un niñito al que bautizaron con el horroroso nombre de Beltrán. Cuando Mauricio nos solicitó ser padrinos, Carla se negó. No recurrió a tácticas diplomáticas. Por eso la quiero. Por como habla, por como piensa.
"Disculpa", le dijo, "pero no acostumbramos a apadrinar a nadie. Tú sabes lo que pienso: no hay nada más irresponsable que llenarse de responsabilidades".
Seis meses después, la nana arequipeña que contrató Mauricio se tropezó sobre el piso encerado y el niñito, que estaba en sus brazos, voló a través de un ventanal que estalló en mil pedazos. Beltrán no se mató y sus cortes fueron mínimos: aterrizó sobre unos arbustos que había en el patio. Un milagro, sostuvo Mauricio, que es agnóstico. Su cónyuge fue inyectada con sedantes varios.
Acompañamos a Mauricio esa noche. Le preparamos comida. Mauricio nos habló de su amor incondicional por Beltrán. Quedamos impactados por la fuerza de su pasión. Hasta que nos dijo lo que ninguno de los dos quisimos volver a escuchar:
"El lazo que he establecido con él no se compara con lo que siento por ella. Si mi mujer se muriera, derramaría diez lágrimas. Si Beltrán se enfermara, no dudaría en asesinarla como acto de ofrenda con tal que mi hijo se mejorara".
Esa misma noche Carla me insinuó la posibilidad de quizás traer un perro a casa. Algo pequeño, civilizado. Un chihuahua, por ejemplo. O uno de esos Hush Puppies. "Un ser que nos una, pero no nos separe", me susurró en medio de la oscuridad.
Eso fue hace un año. Sí, un año.

A Carla y a mí nos gusta estudiar. Cursamos un MBA en la Universidad Adolfo Ibáñez. Luego de graduarnos, decidimos asistir, en forma sistemática, a cursos de formación integral para no perder el hábito. Hace poco participamos en uno sobre Clonación y Cibernética. Gozamos con otro, dictado en la Federico Santa María, llamado "Parábolas de la Postrimería: hibridez y caos en América Latina."
Este semestre nos inscribimos en un curso vespertino titulado "Plano Secuencia: Cine-Documental y Cine como Documento". Lo ofrece la Católica de Valparaíso. El profesor que lo dicta es un señor llamado Bartolo Paternostro Villalba. Debe tener unos setenta años y es muy bajo. Minúsculo. Casi enano. Es proporcionado y todo, sólo que es bajo. Bajito.
El señor Paternostro Villalba estudió medicina y ejerció, por años, como pediatra. Sus manos son como las de un niño. Lo suyo, sin embargo, es el cine. Dirigió y produjo, a pulso, cinco documentales, filmados durante los 50 y los 60. Por lo que averiguamos, son legendarios en toda Europa. Tuvimos el privilegio de ver los cinco en clase. Quedamos especialmente admirados con "Pelusón/Polizón", el retrato de dos chicos vagos que viven en los cerros del puerto.
El doctor está casado con una señora también muy baja. Redonda como una pelotita, casi. En rigor, no es tan baja. Si se hubiera casado con un tipo de una altura media, nadie la vería con ojos liliputienses. Como pareja, en cambio, se restan centímetros. Uno los ve caminar por los pasillos de la universidad y, de lejos, cree que son niños disfrazados. Aquellos que no los conocen se apartan de ellos con cara de espanto.
La señora del doctor se llama Celinda Guillermoprieto y fue una célebre actriz de radioteatros. Su tono de voz es bajo, áspero, inquietante. Celinda es mayor que don Bartolo, bordea fácilmente los ochenta. Se sienta en la primera fila de la clase y toma apuntes de cada una de las palabras que emite su marido. Celinda luce una piel muy clara y, entre su decrepitud, sus diminutos ojos verdes alegran el frágil conjunto. Pero es su pelo, negro azabache, sin una cana, el que distrae y apabulla.
Una noche, después de clases, nos fuimos caminando y, no recuerdo bien cómo, terminamos comiendo en un restorán llamado Hamburgo. La cena dio paso a una suerte de rito. Así, cada jueves, después de clases, los cuatro nos vamos a cenar. Nos turnamos en el pago.
Demás está decir que Carla y yo disfrutamos muchísimo de la compañía de esta singular pareja. Nos divierten y sorprenden. Aprendemos tanto de los dos. Es primera vez que confiamos en gente mayor que nosotros. Supongo que nos proyectamos en ellos. Puede ser, no lo vamos a negar. A diferencia de la mayoría de los matrimonios de avanzada edad, en ellos no hay indicio de fatiga. Tampoco resentimiento. No tienen hijos, por cierto. Están juntos porque nada los ata excepto el deseo de potenciarse.
Un par de semanas atrás, el doctor nos mostró una vejada copia en 16mm de "El acorazado Potemkin". Si bien el curso no incluía cine ruso, Paternostro Villalba usó la obra de Eisenstein para ilustrarnos dos ideas que, para él, son claves: el montaje como instrumento revolucionario y el cine como manifiesto. La famosa escena de las escaleras de Odessa de inmediato me recordó la secuencia en la estación de tren de Chicago de "Los Intocables" con Kevin Costner. Se lo hice saber. Paternostro no sabía de qué le hablaba. Tampoco conocía, ni de referencia, el trabajo de DePalma.
Esa noche los cuatro nos fuimos caminando por la estrecha calle Esmeralda. A poco andar, me quedó claro que no contaban con un video-grabador. Tampoco tenían televisor. Ni hablar de un computador. Es más: hacía años que no veían un filme en un cine comercial.
De inmediato sentimos que se abría una posibilidad de crecimiento para nosotros. Les explicamos lo que era la red, en qué los chat rooms, el RealAudio. "Ahora uno puede enviar cartas sin papel, sin estampillas, sin ir al correo. Basta apretar un botón y ya llegó a su punto de destino". Nos miraron como si fuéramos de otro planeta. A la clase siguiente, les imprimimos información que bajamos del Internet Movie Data Base (www.imdb.com) respecto a sus propios documentales. Los diminutos ancianos se quedaron con la boca abierta.
Carla fue la que me sugirió regalarles el PowerBook 520c que teníamos fondeado en un closet. "Les puede cambiar la vida", me comentó fascinada. Ese martes nos acercamos a los Paternostro y les contamos de nuestra oferta. Celinda la rechazó sin titubear. Nos dijo que no podían aceptar un regalo tan oneroso. Les explicamos que no eran tan caros como ellos pensaban, que ya no eran artefactos de lujo sino de consumo. El doctor arguyó que ya estaban muy viejos para aprender cosas nuevas. Insistimos.
"Podrán leer diarios extranjeros, buscar trivia, llenarse de información. No saben el gozo que eso da".
Luego de intrincadas deliberaciones y varios desvíos por el plan, terminamos frente a la Plaza Victoria con ellos claudicando frente a la modernidad. Nos citaron para el día sábado, a la hora del té, en su casa del cerro Cordillera. Antes de despedirnos, guardamos el mapa que nos dibujaron en un trozo de servilleta.


II

La casa no es una casa sino un departamento escondido detrás de unos frondosos pimientos al final de un estrecho callejón. El departamento forma parte de un pequeño y rechoncho edificio con aspecto de astillero. Toco varias veces el timbre.
No hay respuesta.
El viento marino golpea las planchas de zinc de las casas vecinas. El cerro se mece.
Una reja de fierro forjado me impide ingresar. La empujo y cede. Estaba abierta.
Ingreso: mis pasos retumban con eco de sintetizador. La humedad acumulada dentro es intensa. El sol acá no llega. Subo una escalera ciega, tipo caracol. En el tercer piso me enfrento a una puerta metálica. A un costado, un letrero dice:

Dr. Villalba Paternostro, Pediatra. Horario de consulta: 16 a 19 horas.
La golpeo.
Me abre la minúscula Celina, con su pelo inflado de laca.
El doctor está, como siempre, de terno y corbata. Impecable. Aunque, en este contexto, su traje se ve caduco, anacrónico.
–Cuidado con Perséfona -me advierte.
–¿Cómo? -pregunto.
El doctor señala: en el suelo, sobre una esponjosa alfombra persa, yace un gato, negro como el pelo de Celinda. Es un gato gordo, hinchado. Una gata, para ser exacto. La luz es débil y no distingo mucho. Veo una mancha, más bien.
–No la vayas a pisar -me subraya Paternostro-. La pobre está un poco indispuesta.
Basta que me diga eso para que sienta que mi pie cobra vida propia. Tengo que controlarme para no pisar la bestia.
–¿Te gustan los gatos?
Miro al doctor y, antes de intentar escoger una mentira, le respondo lo que siento con los ojos.
–Prefieres los perros -me responde.
–La verdad es que sí.
–Grave error. Los perros, como los niños, terminan abandonando la casa. Los gatos siempre vuelven.
No sé qué responderle. Le sonrío incómodo, tenso.
–Siéntate acá, con nosotros, en esta mesa -me ordena Celinda-. Ibamos a tomarnos un anís. ¿O quizás prefieres una taza de té?
–No, no, no. Un anís me parece bien.
El doctor se aleja a la cocina. Celinda me observa y, luego de un rato, me dice:
–¿Y tu mujer, muchacho? ¿Por qué no vino contigo? Ustedes siempre están juntos. Parecen siameses.
–Está indispuesta. No se sentía bien -le respondo-. Pero les envía saludos.
Celinda abre una cigarrera y elige un delgadísimo cigarrillo oscuro. Antes de encenderlo me pregunta:
–¿Le dolía la cabeza?
–Se sentía debil, con jaqueca, sí. Y un poco de fiebre. Malestar estomacal.
–¿No llamaste a un doctor?
–No es para tanto. Le tocó una semana dura en el banco. Yo creo que necesita descanso, eso es todo.
–¿No estará embarazada?
–No lo creo.
–¿No lo crees o no lo sabes?
Bartolo regresa a la sala con una bandeja con una botella de Anís del Mono, tres vasos, una hielera y un sifón con soda. En un pocillo hay dos docenas de huevitos de codorniz con su cáscara cubierta de lunares. Celinda sirve los tragos como una profesional.
–Veo que llegaste sin Carla y sin el ordenador -dice Paternostro.
–El computador está en ese maletín, doctor.
–Pensamos que traerías un armatoste. Una caja. Despejamos un escritorio entero.
–Ahora existen unos que son aún más delgados. Desde luego los hay más livianos.
–Quién lo hubiera dicho.
Bebemos el anís. Celinda descascara los huevos. Les saca la yema antes de salpicarlos con sal. Luego se los da al doctor. No sé por qué no me ofrece. Tampoco me atrevo a sacar. No me apetecen la verdad. Menos con el anís.
–Estoy pensando terminar un documental inédito, muchacho. A lo mejor te interesaría ayudarme. Tengo un par de latas con imágenes de María Luisa Bombal.
–Esa vieja borracha.
–Cállate, mujer. Déjame terminar. No tiene sonido. Y no creo que sean más de veinte minutos. Es ella caminando por Viña del Mar. Poco más que eso. ¿Tú crees que con la tecnología moderna podría...
Golpean la puerta.
Todos callamos.
–Debe ser el veterinario -indica Celinda-. Espero que no te moleste.
–Para nada.
–No estará más de cinco minutos -me consuela Bartolo antes de levantarse de su silla.
Lo miro atravesar la inmensa sala. Celinda lo sigue. Ambos caminan iguales, me fijo.
Un chorro de luz se filtra al abrir la puerta. Ilumina al gato. Los tres se quedan bajo el umbral, conversando en silencio.
El veterinario es un tipo color arena, de rasgos eslavos, con un corte de pelo naval. Parece un estudiante. El contraste con la edad de los Paternostro es evidente y hasta obscena. Lo mismo la altura. Mide cuarenta centímetros más que los dos, calculo.
Celinda cierra la puerta: la penumbra se apodera una vez más de la casa. El veterinario se acerca a la gata, la revisa con el tacto. Le hace un gesto a Paternostro para que la levante. No es una maniobra fácil. El animal parece pesar una tonelada. Desaparecen por una puerta de la que no me había percatado antes.
El maletín del veterinario queda abandonado en el suelo.
Me levanto y, sin saber qué hacer, desenfundo el computador. Lo coloco sobre la mesa que despejaron. Celinda aparece y recoge el maletín. Veo su reflejo en un espejo.
–Te iba a proponer justamente eso: que empezaras. El doctor quiere revisar a Perséfona. Ya no está tan joven. Tiene casi mi edad.
Luego me susurra:
–Creo que tendremos que ponerla a dieta.
–Necesito un enchufe telefónico.
–Tenemos un solo teléfono. El que está ahí. Espero que no nos dejes sin línea, niño.
–Un rato, no más. Mientras naveguemos.
Celinda me mira con cara de no entender.
–Después nos dejas comunicados, mira. Nada de cosas raras.
–Nada de cosas raras -repito.
Espero a que Celinda desaparezca nuevamente hacia la pieza en donde están Perséfona, el veterinario y el doctor Paternostro. Desenchufo el teléfono. Me percato que es de los teléfonos antiguos que se conectan con un enchufe con cuatro patas. No hay forma de conectar el módem. Quizás podría llamar a la compañía. Solicitar un cambio de sistema.
Enchufo el teléfono y, al segundo, éste suena.
Salto como si me hubieran electrocutado. Me protejo detrás de una silla. El teléfono prácticamente se sacude con cada ring.
Me acerco dispuesto a contestarlo. Deja de sonar.
Silencio.
Entonces veo al veterinario. Lo veo con una cotona blanca. Con guantes transparentes. Con una jeringa metálica en la mano. Me contempla, luego rehuye mi mirada y desaparece.
El silencio es quebrado por los gritos. Rebotan en los vidrios. Camino unos pasos, hacia la pieza. Los gritos van y vienen, como una marea. Alcanzo a ver la figura del doctor Paternostro Villalba tendido en una cama: abraza al animal.
Mi zapato pisa algo viscoso, transparente. Miro la alfombra: una poza gelatinosa, placentesca, yace en el lugar del gato. De Perséfona.
El veterinario aparece con una palangana de plástico y un montón de paños de cocina. Debe tratarse de un parto, pienso.
El doctor me mira el calzado.
–¿Usted es...?
–Amigo... Alumno del profesor, más bien. ¿Sucede algo?
–El animal está muy mal.
Bartolo vuelve a gritar. Es un llanto mezclado con palabras que no puedo desentrañar. Tampoco hace mucha falta. Es como si entendiera. Como si lo entendiera todo.
–Voy a tener que sacrificarla ahora mismo -me dice en forma seca.
Ninguna palabra llega a mi boca.
–No hay operación posible. Se trata de una hemorragia devastadora. Está muy mal, sumida en un dolor que no le permite ni siquiera quejarse.
–¿Pero ahora? ¿En este instante? No podría....
–Creo que es mejor que se retire. Yo me hago cargo. No se preocupe. Yo les digo que usted se despidió de mí.
–Hay algo que yo pueda...
–Creo que preferirían estar solos. Perséfona es como una hija para ellos. Es todo lo que tienen. Entiéndalos: no se lo esperaban. La gente sola se encariña mucho con los animales.
El doctor desaparece. Camino a la mesa y comienzo a guardar el computador dentro del maletín. Me fijo en el vaso con licor. Lo trago de un golpe. Entonces la veo. Veo a Celinda. Está a un costado.
-No te vayas. Quédate conmigo.
Celinda me estira la mano. Miro la puerta. Se la tomo. Es ínfima, fragilísima. Siento la piel blanda, las venas. Noto su palpitación. Celinda camina hacia un sofá, conmigo de la mano. No puedo hacer otra cosa que seguir. Ella se sienta. Yo la imito. Me suelta la mano y se tapa la cara con las dos.
Desde la pieza, se escucha:
-No, no, no aún... Cinco minutos más, por favor.
Nada de lo que he vivido hasta este momento me ha preparado para este instante. ¿Cómo llegué aquí? ¿Qué estoy viviendo? ¿De qué se trata todo esto?
Intento no saber. Pero algo sé. Sé que no me puedo escapar.
Celinda se sube a mi falda y se me acurruca como una niña. Es tan pequeña y liviana. Se queda ahí, destrozada, sin vida, agonizando. Le toco el pelo, se lo acaricio.
El doctor sale de la pieza. Nos ve. Se acerca.
Miro mi mano: está negra, tiznada con tintura.
–Ya está en el cielo. Ya no va a sufrir más.
Celinda se incorpora. El doctor la ayuda a levantarse. Su maquillaje está corrido.
–Don Bartolo la necesita.
Celinda no me mira. Camina tambaleando hacia la pieza. Desaparece. Me quedo en el sofá, intentando recuperar aquello que acabo de perder. Apenas, a mi pesar, sin fuerzas, me levanto y llego a la puerta. Salgo. Camino por el pasillo, bajo la escalera. Me topo con la reja de fierro. La empujo. No abre. No cede.
Al otro lado, me fijo, está lloviendo. Es de noche. Se ve poco.

© 2000 Alberto Fuguet