domingo, junio 13, 2004

Poesía de domingo lluvioso, al mediodía

Para Malena, gracias por las fotos.


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CATULO

de la obra: Cármenes

VIII

DEJA de hacer el tonto, infeliz Catulo,
y lo que ves que ha muerto juzga perdido.
Viste brillar, otrora, radiantes soles,
cuando ibas donde aquella te conducía
que amamos como nadie ha de ser amada.
Allí se hacían esas cosas alegres
que te placían y a ella no desplacían.
Viste brillar, de cierto, radiantes soles.
Hoy no te quiere ya; no la quieras, débil;
no sigas a quien huye, ni triste vivas,
pero con obstinada mente resiste.
Adiós, amada; ya Catulo resiste
y no te busca o ruega contra ti misma.
Pero habrás de dolerte al no ser rogada.
¡Qué vida te espera, desventurada!
¿Quién hoy a ti se acerca? ¿Quién te ve hermosa?
¿A quién amas, de quién se dirá que eres?
¿A quién besas? ¿De quién morderás los labios?
Mas resiste, Catulo, tú, decidido.


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EZRA POUND

Encargo

Vayan, canciones mías, al solitario y al insatisfecho,
Vayan también al desquiciado, al esclavo de las
convenciones,
llévenles mi desprecio hacia sus opresores.
Vayan como una ola gigante de agua fría,
lleven mi desprecio por los opresores.

Hablen contra la opresión inconsciente,
Hablen contra la tiranía de los que no tienen
imaginación,
hablen contra las ataduras,
vayan a la burguesa que se está muriendo de tedio,
vayan a las mujeres de los barrios residenciales,
vayan a las repugnantemente casadas,
vayan a aquellas cuyo fracaso está oculto,
vayan a las emparejadas sin fortuna,
vayan a la esposa comprada,
vayan a la mujer comprometida.

Vayan a los que tienen una lujuria exquisita,
vayan a aquellos cuyos deseos exquisitos son frustrados,
vayan como una plaga contra el aburrimiento del mundo;
vayan con vuestro filo contra esto,
fortalezcan los sutiles cordones,
traigan confianza a las algas y tentáculos del alma.

Vayan de manera amistosa,
vayan con palabras sinceras.
Ansíen el hallazgo de males nuevos y de un nuevo bien,
opónganse a todas las formas de opresión.
Vayan a quienes la mediana edad ha engordado,
a los que han perdido el interés.

Vayan a los adolescentes a quienes les asfixia la familia…
¡Oh, qué asqueroso resulta
ver a tres generaciones reunidas bajo un mismo techo!
Es como un árbol viejo con retoños
y con algunas ramas podridas y cayéndose.

Salgan y desafíen la opinión,
vayan contra ese cautiverio vegetal de la sangre,
vayan contra toda clase de manos muertas.


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VLADIMIR MAÏAKOVSKI

El poeta es un obrero

Se le ladra al poeta:
“¡Quisiera verte con un torno!
¿Qué, versos?
¿Esas pamplinas?
¡Y cuando llaman al trabajo, te haces el sordo!”
Sin embargo,
es posible que nadie
ponga tanto ahínco en la tarea
como nosotros.
Yo mismo soy una fábrica.
Y si bien me faltan chimeneas,
esto quiere decir
que más coraje me cuesta serlo.
Sé muy bien
que no gustáis de frases vacías.
Cuando aserráis la madera, es para hacer leños.
Pero nosotros
qué somos sino ebanistas
que trabajan el leño de la cabeza humana.
Por supuesto
que pescar es una cosa respetable.
Echar las redes.
¿Quién sabe? ¡Tal vez un esturión!
Pero el trabajo del poeta es más beneficioso:
la pesca de hombres vivos, esto es lo mejor.
Enorme, ardiente es el trabajo en los altos hornos,
donde se forma el hierro chisporroteante.
¿Pero quién
se atrevería a llamarnos holgazanes?
Nosotros bruñimos las mentes con áspera lengua.
¿Quién es más aquí?
¿El poeta o el técnico
que procura a los hombres
tantas ventajas prácticas?
Los dos.
Los corazones son también motores.
El alma es también fuerza motriz.
Somos iguales.
Camaradas de la clase trabajadora.
Proletarios del cuerpo y del espíritu.
Solamente unidos,
Solamente juntos podremos engalanar el universo,
acelerar el ritmo de su marcha.
Ante una oleada de palabras, levantemos un dique.
¡Manos a la obra!
Y a los que discursean
que se les mande al molino.
¡Para que el agua de mis discursos haga girar sus aspas!


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MAX JACOB

Poema de un gusto que no es el mío

A ti, Baudelaire.

Cerca de un acebo a través de cuyo follaje se veía una ciudad, don Juan, Rotschild, Fausto y un pintor conversaban.
–Yo he amasado una inmensa fortuna, y como no me proporcionaba ninguna satisfacción he continuado enriqueciéndome, esperando encontrar la alegría que me dio el primer millón– afirmó Rotschild.
–He seguido buscando el amor en medio de las desdichas– dice don Juan–. Ser amado y no amar es un suplicio, pero yo he continuado buscando el amor con la esperanza de volver a hallar la emoción de un primer amor…
–Cuando encontré el secreto que me ha dado la gloria –dice el pintor– busqué otros secretos para llenar mi pensamiento; mas para éstos se me ha negado la gloria que me había facilitado el primero, y vuelvo a mi fórmula a pesar del hastío que me causa.
–He dejado la ciencia por la felicidad –dice Fausto– pero me reintegro a la ciencia, empero estar anticuados mis métodos, porque no hay otra felicidad más que la investigación.
Al lado de ellos estaba una mujer muy joven cubierta de hiedra artificial que dijo:
– ¡Yo me aburro, soy demasiado bella!
Y Dios, tras el abeto, afirmó:
– Yo conozco el universo, me fastidio.


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GERARDO DENIZ

de la obra: Picos pardos

(1. Prólogo mientras acaba de entrar el público.)

Como un alto vuelo blanco de garzas temprano se convierte
en inferior cometa a ras de limo
sin el grabar en vísceras que aflige la balanza,
así los pensamientos de un día con su noche,
(a qué hora comenzará la carne a oír),
flores de dos esmaltes, son religiones hondas donde
dormita el riesgo
al murmurar: amoneda tu rostro y has de amanecer tirano.

¿Caerán estrellas pronto (bastantemente, demasiadamente)
o tan sólo el domingo, soplado de cacao, juglar que defeca
una vez por semana?
Pues ya en las sobremesas entre Abel y Caín
–donde tantas figuras fueron desplumadas–
se habló de cuatro cocoteros heridos de centella y en medio,
necesario, el primer patíbulo.
Junto a los manantiales descubrían ambos hermanos a
doncellas y más doncellas con lágrimas tatuadas
y coronas de cartón caídas al cauce fresco y reciente. ¿Los
embaucaron? Poco interesa.
Hoy, un beso entre las clavículas –palillos de tambor bajo
epidermis–, y a otro tórax.

(Se ruega no contraer el útero por tan poco, damiselas,
que no estará en letra de médico todo lo que ha de seguir,
palabra de hombre.)
El meridiano, cualquiera lo soba. Y si el meridiano avienta
arena a los ojos,
es por horizontal y cabe defenderse.
Desde la sima de esta cárcel de cuarzo, sé bien lo que
divulgo y lo que abrevio.
He visto a hartas hadas de ferias cortando en sectores
–mientras proferían un algo alarido celestino–
su esfera horaria, más petulantes que magnolia por la
noche.
Lo he visto y me ha indignado.

La luna tras las cumbres, redonda boina tibia
por el cráneo: cómo dudar que le saltaran íncubos por
arriba y súcubos
por puro amor (sin pretender que volverían; más bien
nada prometieron). Lo certificará la madre al contar las
manchas en la sábana
porque se asume infalible, como en el folklore. Y se
equivoca:
la piel es y será un estuche de duendes, parézcanos o no.

Rumbo al polo, aquí empezaríamos a devorar los perros de
nuestros trineos.


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