Escuchando: Héctor Lavoe y Willie Colón, "Todo tiene su final"
Sirvan estas palabras para pregonar a los cuatro vientos que nuevamente hay jazz en Mérida. Jazz nocturno, jazz versado —notas apasionadas y llenas de soltura. Formalmente jazz, ya que como afirmaba Jelly Roll Morton, para estos propósitos “no importa qué se toca sino cómo se toca”. El recinto es el Taller de Arte Contemporáneo del guitarrista y bajista Alberto Palomo (calle 27 no. 213-C por 26 y 28, col. García Ginerés), la cita los jueves a partir de las 9 de la noche. El propietario del presente par de oídos ha tenido la fortuna de asistir por lo menos tres veces, atestiguando el jubiloso desarrollo del trío integrado por Juan Palacios al piano eléctrico, Alberto Palomo al bajo y contrabajo eléctrico y Virgilio Zaldívar a la batería. Rindo testimonio ante ustedes: Palacios suele ejecutar unos solos llenos de vigor rítmico y un saludable olfato melódico, Virgilio logra imponer el sonido africanizado de sus tambores y de Palomo ya no sabemos si preferimos oírlo al bajo o a la guitarra, tan placentero es su desempeño en ambos instrumentos. De igual forma, bienaventurados han sido los palomazos de excelentes músicos como el excelente guitarrista de bebop Gilberto Pinzón, el fino baterista Paco Godoy y el saxofonista cubano Humberto Casanova, entre varios otros. Les invito entonces a disfrutar cada jueves de una enérgica velada entre síncopes y sincopados, café expreso y el sano aroma de la juventud. Doy fe.
P.D. Como posterior testimonio, me permito transcribir un poema escrito por un servidor el jueves de la semana pasada, durante un intermedio del trío de Palomo.
Vibro al compás,
sueño sincopado.
¡Soy de viento!
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