Propaganda política huelguista aportada por nuestro estimado Camilo Paxeco.
Como ustedes sabrán, el carnaval de Mérida representa prácticamente todo lo que no soy, todo contra lo cual lucho. No es necesario explicar aquí, repitiendo por enésima vez, las razones de esta animadversión. Aprecio el concepto teórico de la carnavalización Bakhtiniana, pero de ahí a ir a escuchar cumbia/reggaetón mal ecualizado y a recibir codazos de miles de sudorosas personas (sin mencionar la basura en las calles, la congestión automovilística, el despilfarro de dinero gubernamental y empresarial que bien podría servir para eventos medianamente interesantes), hay un gran trecho. Al menos para mí.
Once again, no estoy de acuerdo con todo lo que dice el cartón, pero la verdad es que todo enemigo del carnaval es mi más sincero y querido amigo.